30 abril 2007

ETICA 4º ESO C, TERCERA EVALUACION, TEXTO DE DAWKINS

En el texto seleccionado de R. Dawkins, de su libro El espejismo de Dios (edit. Espasa, 2007), vamos a ir viendo cómo la conciencia moral (la libertad, las reglas y deberes morales, el egoísmo y el altruísmo, etc.) no se tienen que basar en las creencias religiosas (según Dawkins), sino que se pueden basar en la historia de la evolución de la especie humana.

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El texto de Dawkins es una magnífica ocasión para poder relacionar cuestiones científicas (de biología) con temas (éticos, filosóficos) sobre los que todos tenemos algo que decir y que discutir, porque a todos nos afectan como personas.

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Los blogs no son ajenos (en absoluto) a este interés. Uno de los más interesantes es el del periodista Arcadi Espada:

www.arcadi.espasa.com/mt-static/index.html

En él se puede encontrar un buen seguimiento del tema de la religión y sus relaciones con la ciencia y la sociedad en general.

FILOSOFIA 1º BACHILLERATO, TERCERA EVALUACION, RELIGION Y MORAL

Quizás porque el tema de los fundamentalismos religiosos está de plena actualidad, han aparecido recientemente algunos libros importantes -de divulgación, reflexión o investigación- sobre el tema: como por ejemplo el del filósofo Fernando Savater, la vida eterna, y el del biólogo Richard Dawkins, El espejismo de Dios.

Esto no hace más que llevar de nuevo ( de vuelta) a los periódicos -y a todas las formas de información, en general- el tema de la influencia que la religión tiene en las gentes (en sus costumbres y relaciones, en su conciencia moral, en la política, etc.)

Los blogs no son ajenos (en absoluto) a este interés. Uno de los más interesantes es el del periodista Arcadi Espada:

www.arcadi.espasa.com/mt-static/index.html

En él se puede encontrar un buen seguimiento del tema de la religión y sus relaciones con la ciencia y la sociedad en general.

22 abril 2007

FILOSOFIA 1º BACHILLERATO, TERCERA EVALUACION, LA MORAL

IMPORTANTE

La realización de los informes críticos de lectura, de los textos que voy dando y que se van leyendo y comentando en clase, es condición necesaria para aprobar la asignatura. Así como la entrega de los trabajos pendientes de otras evaluaciones.

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Aparte:

1. En el largo capítulo de Fernando Savater, de su obra La vida eterna, puede que te pierdas un poco. Se habla allí de ética, de dioses, de muchas cosas... Pero, ¿para qué? Se trata de lo siguiente: Savater está defendiendo que la única moral que ve como válida para los seres humanos es la que se basa en el hecho de que somos seres que viven y mueren; y que tienen que inventarse unas reglas que les resulten útiles para vivir. Hay otras personas, los creyentes en los dioses de las distintas religiones, que basan sus normas morales en el hecho de que la muerte no es el final de la vida, sino el inicio de la vida verdadera...

¿Qué piensas tú? ¿Crees que este tema importa a la gente? ¿Dices que no...?

Entonces, ¿por qué se ha dado un renacer del fundamentalismo y el fanatismo religioso? (Porque hay gente que opina -Samuel Huntington- que las distintas civilizaciones y culturas se enfrentan a causa de su contenido religioso...)


2. No olvides la lectura que debes ir haciendo, hasta mediados de mayo, de las hojas 72 a 91 de los apuntes fotocopiados.

ETICA 4º ESO C, TERCERA EVALUACION

Seguimos con la lectura de textos enfocados al tema de la autonomía moral de los seres humanos (libertad, madurez, independencia), tal como es perturbada por diversas situaciones: violencia contra la mujer (según el texto que hemos visto de Rojas Marcos de Las semillas de la violencia), fanatismos (según el texto de Savater. ¿Vida eterna?), etc.

IMPORTANTE

Deberás realizar un breve informe/comentario de lectura, anotando los aspectos que sean y que consideres más relevantes. La realización de estos trabajos es condición necesaria para aprobar la asignatura, así como la entrega de los trabajos que tengas pendientes de las evaluaciones anteriores.

FILOSOFIA 2º BACHILLERATO, TEXTO Y APUNTES DE MARX

Deberemos entender lo siguiente:

-Los apuntes fotocopiados son útiles y claros para comprender el texto de Marx.

-Tenemos que hacernos un GLOSARIO con las expresiones más significativas:

Infraestructura
Superestructura
Modo de producción
Ideología
Alienación
Relaciones de producción
...

-El alumno no tiene justificación (ninguna) para emplear a estas alturas de curso (y de vida académica, la suya) términos cuyo significado no conozca. Tampoco debe pretender que el sentido de las palabras es inmediatamente conocido. Se debe tener en cuenta que cualquier duda acerca del significado de una palabra se resuelve con un diccionario o en la siguiente dirección de Internet: buscon.rae.es/draeI/ (Se trata de la edición electrónica del Diccionario de la Academia Española.)

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Una vez confeccionado el glosario de Marx, se estará en el buen camino... Casi no hará falta más que leer de nuevo las fotocopias para que entendamos de qué se trata.

Bien: ¿De qué se trata?

Es un nuevo concepto del ser humano el que define Karl Marx. Si recuerdas (y debes, porque puedes), I. Kant sostenía que las preguntas que se hacen los filósofos y la filosofía son tres:

¿Qué puedo conocer?
¿Qué debo hacer?
¿Qué puedo esperar?

La primera pregunta habrá de ser respondida por el conocimiento científico; la segunda, por la moral; la tercera, por la historia y la religión. Estas tres preguntas se resumen en una: ¿Qué es el hombre? Es decir, la filosofía consiste en una antropología (ciencia del hombre).

Para todas estas preguntas, que se hace Kant para ver en qué consiste la filosofía, la respuesta irá en la dirección de sostener que la razón del ser humano es un elemento fundamental; es decir, las capacidades teóricas del ser humano. Esto corresponde a la definición tradicional de las personas como animales racionales; o también, según la clasificación biológica, como "homo sapiens". Es decir, se señala en primer lugar que el ser humano es un animal, pero que presenta la particularidad de que tiene una inteligencia, mente, razón, etc. que le pone por encima, muy por encima, de los otros seres de la creación, o del universo.

Marx no es que quiera decir que el hombre no consiste en la razón. Ni mucho menos! Lo que quiere decir es que esta definición del hombre, señalando que se trata de una persona racional, es insuficiente filosóficamente. (Lo insuficiente filosóficamente representa una falsedad.) O sea: que si el hombre es nada más que eso (razón, inteligencia, mente, cabeza... ), la filosofía no ha sido nada más que teorías, y se ha olvidado de un aspecto fundamental: el que consiste en el hecho de que el ser humano es un animal que trabaja, un ser activo, que es capaz de transformar la naturaleza, la sociedad y la historia.

Entonces, ¿qué es un hombre para Marx? No se trata de que nosotros demos una respuesta sencilla, que Marx no da. Pero podemos apuntar que el hombre es un ser práctico, y que por eso la filosofía no tiene que limitarse a efectuar interpretaciones o reflexiones puramente mentales acerca de en qué consiste la realidad (que por ello son improductivas). No. El hombre es un ser activo, y la filosofía tiene que consistir también en una acción para transformar la realidad.

Ahora bien, estamos hablando de realidad de los seres humanos... ¿De qué se trata? Para el ser humano, su realidad es la sociedad, y las acciones de trabajo que transforman la naturaleza para el servicio de la sociedad; estas acciones ponen en relación a los seres humanos unos con otros, y a cada persona consigo misma.

Siempre, naturalmente: que la economía (el conjunto de las acciones de trabajo que realizamos las personas en la medida en que nuestra vida ocurre en una sociedad) no tenga efectos perturbadores...

Pues bien, si empezamos señalando que el ser humano es práxico, activo, trabajador, habremos de considerar (en la medida en que queramos ser filósofos contraemos unas determinadas obligaciones) que debemos ver cómo suceden las cosas realmente en la historia:

Así, los hombres son seres productores. Efectúan sus acciones de trabajo, económicas (MODO DE PRODUCCIÓN), en unas determinadas relaciones de unos con otros, según haya más o menos igualdad, amos y esclavos, capitalistas y proletarios... (RELACIONES DE PRODUCCIÓN). Estas cosas serán las que debe conocer ahora el filósofo.

Y en la medida en que perciba algún desajuste tendrá que ver en qué consiste: entonces hablamos de ALIENACIÓN (para referirnos a una realidad incorrecta, que no es como debería ser, porque la realidad social y económica no corresponde a la realidad básica de los seres humanos; esto es, no los realiza, sino que los des-realiza, extraña, en-ajena); y también hablamos de IDEOLOGÍA para referirnos a la conciencia falsa (falsa conciencia o falso conocimiento) que los individuos se hacen de la realidad social y económica en la que viven, y que sirve muy bien a quienes están interesados en que se mantenga el statu quo...

TO BE CONTINUED

11 abril 2007

FILOSOFIA 2º BACHILLERATO, 3ª EVALUACION, MARX

Para la contextualización filosófica, cultural, histórica de Marx: el problema de la población.

Malthus--- relación entre el crecimiento aritmético de los recursos (menor) y el crecimiento geométrico (mucho mayor) de las poblaciones; esto implica un desfase peligroso (competencia por los recursos) y en el caso de los seres humanos, la necesidad de proceder a un control de la población... y de los salarios.

En el caso de las especies vivientes en general, esta relación entre recursos y número de individuos es una de las premisas de la la teoría de la evolución de las especies que plantearon Ch. Darwin y A. R. Wallace, en el mismo período histórico de la vida de Marx (siglo XIX). Se establece, por esa razón de los escasos recursos disponibles, una lucha por la supervivencia que es el factor responsable del cambio de las especies a lo largo de la historia del planeta, y del relativo equilibrio de las poblaciones.

Dentro de esta forma de pensamiento se sitúa, en cierta medida, C. Marx: debido al desfase entre el escaso número de capitalistas, burgueses dueños de empresas, y el gran número de trabajadores disponibles (proletarios), que entran en competencia por el escaso trabajo existente, el nivel de los salarios está en el límite de la miseria; lo que por una parte implica el aumento de la PLUSVALÍA para el capitalista (su beneficio económico), y, de otro, el aumento de la pobreza del proletariado. Esto se denomina LUCHA DE CLASES (el equivalente humano de la lucha por las especies) y acabará destruyendo el capitalismo y favoreciendo la llegada del socialismo.

FILOSOFIA 1º BACHILLERATO, ETICA Y TERRORISMO

Resultan útiles los siguientes textos, para el estudio de los fenómenos de fundamentalismo y terrorismo ideológico, político y religioso:

Fernando Reinares, Terrorismo y antiterrorismo, Paidos
Antonio Elorza/Fernando Reinares, El nuevo terrorismo islamista, Temas de Hoy
Kepel, Las políticas de Dios
Kepel, La revancha de Dios
Manuel Castells, Observatorio global, Eds. La vanguardia (Una buena parte del libro contiene una recopilación de los artículos del sociólogo catalán, publicados en el diario barcelonés La vanguardia, sobre el tema del fundamentalismo y el terrorismo)

(De estos autores se pueden encontar textos en Internet, como los que he puesto en la página, y también en la prensa diaria: El país, Abc, El mundo, la vanguardia, etc.)

El terrorismo no es un fenómeno que pertenezca a las religiones, en principio. Lo que sucede es que los acontecimientos de la historia reciente han tendido a identificarlo como una cuestión religiosa. En relación con este tema son relevantes las aportaciones de Huntington, Said, Kepel y otros. Así como la iniciativa de una "alianza de civilizaciones" frente a la idea de un conflicto de civilizaciones que puso en circulación S. Huntington.

ETICA 4º ESO C, 3ª EVALUACION, AUTONOMIA

A través de la lectura de los textos de Tugendhat (El libro de Manuel y Camila) y Rojas Marcos (Las semillas de la violencia) hemos ido viendo algunos de los conceptos relacionados con la libertad y autonomía de los seres humanos, y cómo estos conceptos de dignidad, respeto, reciprocidad, deberes, etc. aparecen en temas muy concretos y graves como son los de las relaciones familiares y la violencia contra las mujeres.

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La lectura de textos periodísticos es muy útil para el conocimiento "de primera mano" de estos temas.

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Recuerda que se conoce mejor lo que es una cosa si se nota su ausencia: la libertad, si falta; la salud si se está enfermo, etc. ¿O no?

09 abril 2007

FILOSOFIA 1º BACHILLERATO, 3ª EVALUACION, Ética y política

Os pongo aquí un texto de Antonio Elorza y dos de Fernando Reinares, dos de los grandes expertos universitarios que hay en España sobre el tema del terrorismo.

Iré entresacando, ya que los textos son bastante largos, los fragmentos que considere más importantes e informativos.

Recuerda: se trata de adquirir una idea concreta de lo que significa un comportamiento ético y político, la conducta de un ciudadano.

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YIHAD: EL SEXTO PILAR DEL ISLAM
:: Jueves, 8 de Febrero de 2007 :: Reflexiones/Islam y Mundo Árabe :: Terrorismo/Internacional
Ponencia de Antonio Elorza, Catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, impartida con motivo de las II Jornadas Internacionales de Terrorismo tituladas “Causas y Consecuencias del Terrorismo”, celebradas los días 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2006, en el Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón (Fundación Manuel Giménez Abad).
A partir del momento en que el terrorismo islamista inicia su carrera en las décadas finales del siglo XX, el término “yihad” se convierte lógicamente en el centro de los debates políticos sobre el Islam. La situación resultante es paradójica. De un lado, para las corrientes radicales, y por supuesto para quienes practican y defienden abiertamente el terror, el significado de “yihad” no ofrece la menor duda: es la guerra a muerte contra el infiel, mandato supremo que obliga a todos los creyentes, en la coyuntura actual contra los modernos cruzados (Estados Unidos, Israel, de forma más amplia el Occidente). Pero en sentido contrario, los publicistas musulmanes, incluidas las más altas categorías de expertos, dirigen al mundo occidental el mensaje de que ver la yihad como guerra santa contra el infiel constituye un profundo error. El concepto es mucho más complejo, insisten, y sobre todo, la lucha armada contra el infiel no sería, de acuerdo con la doctrina musulmana, más que una forma inferior de “yihad”, existiendo una “gran yihad”, muy superior, de carácter espiritual.
Desde el punto de vista de la propaganda, la solución resulta muy eficaz, ya que de antemano queda desautorizado todo intento de asociar la práctica del terror o la violencia por musulmanes a su creencia religiosa. El que lo hiciera demuestra su ignorancia en la misma y al tiempo su voluntad de denigrar al Islam.
Este tipo de argumentación es repetida una y otra vez en los últimos tiempos, hasta convertirse en un tópico, que de paso sirve para demostrar en apariencia que carece también de sentido buscar el fundamento del terrorismo “yihadista” en los textos sagrados del Islam. Todas las piezas encajan entonces:
Primero, el Islam es una doctrina de paz (lo cual además puede acentuarse acudiendo al terreno resbaladizo de las etimologías: Islam vendría de as-salam, paz, y no de su verdadera procedencia as-silm, inequívocamente sumisión). Lógicamente, la doctrina islamista no admitirá semejante asociación salvo para uso externo.
Segundo, no puede existir relación entre los comportamientos adoptados por los adictos a un credo religioso en la actualidad y los fijados en el siglo VII.
Tercero, si además la doctrina islámica considera secundaria la acepción bélica de yihad, queda probado tanto la supuesta evidencia de que todas las religiones propugnan la paz y la compasión, no la violencia, como la afirmación anterior: sería falso que en la ortodoxia islámica yihad tuviese ante todo una acepción belicista.
Los puntos segundo y tercero constituyen el eje de una argumentación defensiva utilizada de forma recurrente. En principio, además, la inmutabilidad del mensaje divino expresado en las aleyas del Corán favorece la impresión de que existe esa distancia histórica insalvable. Lástima que difusores de la doctrina avalados por la máxima solvencia y en publicaciones de máxima difusión a nivel mundial actúen en sentido diametralmente contrario a esa doble suposición de distanciamiento histórico y visión pacífica. Nada lo prueba mejor que la versión bilingüe del Corán por la editorial Darussalam (la casa de la paz), saudí, autoproclamada “líder mundial de libros islámicos”, cuya edición a bajo precio del Corán en inglés y árabe puede adquirirse en cualquier librería islámica de Londres, incluida la de la mezquita principal en Central Park. Pues bien, la traducción del famoso versículo 8:60, utilizado por los radicales para justificar el terror, ya que el término aparece en forma verbal y con contenido inequívoco (irhab es terror, rahaba aterrorizar, y en el versículo se usa turhibuna, aterrorizaréis a los infieles), realiza una actualización fraudulenta, presentando como palabra de Alá todo un arsenal, en términos literales, como instrumentos que sustituyen a los caballos del tiempo del Profeta, y por supuesto del texto original.
Así donde en la versión española se lee: “preparad contra ellos todas las fuerzas y caballería que podáis; así aterrorizaréis a los enemigos de Alá que son también los vuestros (…)”, en la inglesa de Darussalam figura: “And make ready against them all you can of power, including steeds of war (tanks, planes, missiles, artillery) to threaten the enemy of Allah and your enemy (…)”
La traición al texto sagrado suscita una doble sorpresa. Primero, que altos exponentes del saber académico saudí la cometan. Segundo, que millones de lectores lo hayan aceptado sin pestañear. Es la mejor prueba de que los contenidos de violencia originarios no son marginados por un sector musulmán de hoy; por el contrario, son vistos como algo tan necesario para el presente que no se duda en falsificar la letra del Corán para alcanzar una plena actualización de sus recomendaciones.
El reciente informe de los expertos del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de las Civilizaciones hace suyos los tópicos arriba mencionados, rechazando explícitamente toda indagación histórica más allá del siglo XIX e insistiendo en esa identificación entre religión (musulmana) y paz. Ello pone de relieve la imprescindible necesidad de proceder a una clarificación, la cual, anticipemos el resultado los desmonta uno tras otro. Pero llegar a ese desenlace requiere antes presentar los argumentos del GAN.
No les hace falta a los expertos de la AdC insistir abiertamente en la falta de enlace entre la doctrina islámica originaria y el terrorismo. Más aún, consideran que hablar de “terrorismo islámico” supone un error peligrosísimo que distorsiona toda comprensión de la realidad. Para ellos, todas las religiones llevan consigo una carga de fraternidad: “todas promueven los ideales de compasión, justicia y respeto por la dignidad de la vida”. Únicamente desde “interpretaciones exclusivistas”, !a religión puede ser instrumentalizada para la violencia. Los más horribles reinados del terror en el siglo XX no habrían sido de origen religioso. En cuanto al “fundamentalismo”, su origen es cristiano y si existe en otras religiones, no debe ser atribuido a ninguna en concreto.
Para apuntalar tales afirmaciones, resulta imprescindible disociar “yihad” de guerra. Ejemplo: en el párrafo de los expertos sobre la cuestión, es plenamente asumida la falacia de que el significado de yihad en sentido estricto invalida su lectura como guerra santa, de lo cual a fin de cuentas resultarían culpables “los medios y los líderes políticos occidentales” al generalizar sobre “las exhortaciones a la violencia de las facciones radicales” de! Islam. Los musulmanes en cambio, tendrían la verdad en sus manos, al reconocer “los múltiples significados y las connotaciones positivas” de la noción de yihad. El núcleo de la información deformante de los expertos es la ya citada jerarquización de gran y pequeña yihad, donde por cierto esta última es explícitamente separada de todo contenido agresivo, procediendo siempre de “la defensa de la propia comunidad”. Sin duda el rey visigodo don Rodrigo o el emperador bizantino Heraclio pretendieron conquistar la Meca, sufriendo en consecuencia invasiones “defensivas”.
En cualquier caso, la distinción entre gran yihad {yihad al-akbar) y pequeña yihad {yihad al-ashgar) procede de un hadiz o sentencia del Profeta que en los términos de la teología musulmana carece de fiabilidad. Si admitimos que la confianza en un hadiz reposa sobre la existencia de una cadena fiable de transmisores (isnad) y sobre su inclusión en una de las recopilaciones juzgadas seguras (sahih), faltan ambos requisitos en el hadiz en que al volver de una expedición militar, Mahoma declara a un seguidor que vienen de la pequeña yihad, de la guerra, para afrontar la grande, el combate consigo mismo: “Unos creyentes regresaban de una expedición y fueron a ver al Mensajero de Alá, Él les dijo: “Volvéis para lo mejor, desde la yihad menor (yihad al-ashgar) a la yihad mayor (yihad al-akbar)” Uno le preguntó entonces : “¿Qué es la yihad mayor?” y él dijo “la lucha del esclavo contra sus pasiones” (muyahadat al-abdi hawah).
Sería extraño además que hubiera establecido semejante jerarquía cuando en las recopilaciones de hadices el contenido bélico de la yihad domina abrumadoramente, y desde el mismo Corán la yihad en tal sentido es vista como superior al cumplimiento de rituales religiosos ((9:19) y al apego a la propia familia (9:24). En Al-Muwatta del imam Malik ibn-Anas, las 51 sentencias del capítulo 21 en el libro tienen como única referencia la guerra en la senda de Alá. El Kitab al-Yihad wa’l-Siyar, libro de la yihad y de las expediciones, dentro del volumen de “Sahih Muslim”, con 180 hadices, todos exclusivamente sobre la guerra, tiene el complemento de otros hadices sobre yihad en otros capítulos, como los 97 del adyacente Kitab al-Imara (Libro del Emir). En la compilación de Abu-Daud, al Kitab al-Yihad con 311 hadices, alguno suelto sobre otro tema, hay que sumar el contenido guerrero del Kitab al-Malahim, del Kitab al-Fitan wa al-Malahim (libros de las batallas). Por fin, en libro de hadices de mayor autoridad, el de al-Bujarí, los 281 incluidos en el inevitable Libro de la Yidad encuentran continuidad en el siguiente libro, sobre la obligatoriedad del botín (khumus), con 88 hadices. Casi cuatrocientos en total, precedidos además por una cita del Corán inequívoca y sumamente reveladora del doble contenido, religioso y estrictamente materialista, de la yihad, aquí presentada mediante su sinónimo, combate (de raíz qtl), pero “en la senda de Alá”: “Alá les ha comprado a los creyentes, sus personas y sus bienes a cambio del Paraíso. Combaten en la senda de Alá, matan y les matan. Es un compromiso auténtico asumido por Él en la Torah, el Evangelio y el Corán. ¿Y quién cumple su compromiso mejor que Alá? Alegraos pues del intercambio que habéis hecho con Él, Este es el mayor triunfo” (9, 111). [traducimos por intercambio el término bay’a, pacto o acuerdo de lealtad que un colectivo contrae con un superior a cambio de protección]
Si quien pretende hablar sobre el término “yihad” y su papel dominante en el Corán y en los hadices se arriesga a una lectura de los textos, no puede tener la menor duda acerca de su significado, a no ser que su pretensión consista en cambiar el significado a lo que es unívoco. “Yihad” implica apuesta, inversión, de la propia vida y de los propios bienes en una lucha “por la causa de Alá”, nada espiritual de contenido, en un juego donde siempre obtiene ganancia: el botín si sobrevive a la victoria y la enorme recompensa como mártir en el Paraíso de caer muerto.
Pasando de las ideas a los hechos, es lo que Patricia Crone resume en su libro Meccan Trade and the Rise of Islam: “la guerra santa no era una cobertura de intereses materiales; muy al contrario, los proclamaba abiertamente”. Alá dijo a los árabes “que tenían el derecho a despojar a otros de sus mujeres, hijos y tierras, o más bien que tenían el deber de hacerlo; la guerra santa consistía en obedecer. El dios de Mahoma elevó así la militancia tribal y la depredación al grado de virtudes religiosas supremas”. Dicho aun de forma más clara: “En suma, Mahoma tenía que conquistar, a sus seguidores les gustaba conquistar y su deidad le dijo que conquistaran. ¿Hace falta algo más?”.
La interpretación de P. Crone converge con las apreciaciones de Alfred-Lois de Prémare en Les fondations de l’Islam, al que considera como fruto de un proyecto expansionista de naturaleza militar, desde el mismo momento en que ocupa el poder en Yathrib/Medina. En la llamada Constitución de Medina, la finalidad explícita de la umma consiste en “la creación de una confederación centrada en una acción militar al servicio de una conquista”. Tal “fue el elemento primero y original de la fundación del islam”. La comunidad (umma) que se forma “única y distinta a los otros hombres” tiene como único objetivo reconocido organizar expediciones militares, o dicho de otro modo, llevar a cabo “el combate (qital) en la senda de Alá”, cuyo código de conducta es establecido minuciosamente. El mando único pertenece a Mahoma, en tanto que Enviado de Alá. El mecanismo de la yihad está en marcha, apareciendo en forma verbal desde la primera cláusula del escrito, al aludir a “los que combaten (yâhada) con ellos”, con los creyentes. La religión se convierte en envoltura de una estrategia de expansión militar, y ello se refleja, subraya De Prémare, en el significado de algunos términos claves. Con mu’min/mu’minum no se designa como más tarde al o a los creyentes, sino a quienes comparten mancomunadamente la garantía del pacto, en virtud del cual obedecen, no a Alá, sino a su Profeta, siendo kafir aquel que lo rechaza, con lo cual se hace merecedor de que se le haga la guerra sin concesión alguna.
De ahí que concepto de “yihad”, en su acepción de esfuerzo de guerra por la causa de Alá, deba ser considerado un producto ideológico de la etapa decisiva en que Mahoma asume el papel de Profeta armado, y que a partir de entonces ese significado, con su doble vertiente de lucha con recompensas materiales y de cumplimiento de un mandato divino. Otra cosa es que en la fase de formación teológica del Islam, concretada en las azoras mequíes del Corán, “yihad” carezca de esa proyección violenta y responda estrictamente a su etimología, siendo ante todo esfuerzo en la dirección de Dios.
Esfuerzo hacía Dios, lucha en la senda de Dios
El análisis de los versículos en que bajo una u otra forma gramatical aparece el concepto de yihad, permite definir con suficiente claridad, tanto el significado inicial del término, esfuerzo hacia Dios, como su aplicación a un contenido estrictamente bélico en las azoras de Medina. No existe contradicción entre las dos fases, ya que en ambas se trata de emplear todos los recursos a disposición del creyente para satisfacer la exigencia permanente de sumisión activa, consecuencia obligada de su reconocimiento de la divinidad. Como ocurre con tantos otros conceptos del vocabulario islámico, la traducción rigurosa no es posible, ya que al significado para el hombre va incorporado el que se deduce de la dependencia o de la obligación respecto de Alá: caso de fitra, naturaleza del hombre que incluye su condición de sumiso a Alá, farida, deber hacia Alá, haqq, verdad, etc. En el Corán aparece asimismo en distintas ocasiones, diecisiete por veintiocho de yihad, la raíz qtl, combate, palabra sin connotación religiosa, que le es añadida con la mención de “en la senda de Alá”, que figura asimismo frecuentemente en el empleo de yihad. Los significados coinciden entonces, sí bien en yihad la lucha es vista desde el ángulo del sujeto, y en qital lo es como acción bélica en si misma.
La evolución del contenido de yihad, de las azoras mequíes a !as de Medina, recoge el tránsito de una mentalidad teológico-profética a otra bélico-normativa. De acuerdo con la primera, en Corán 29:6, de La Meca, el contenido de la yihad es estrictamente individual: “Aquel que lucha no lucha más que para sí mismo, puesto que Alá puede prescindir de todo el universo”. El infinito separa al Creador de la criatura, que a pesar de ello ha de esforzarse por esa aproximación imposible de la cual el creyente será el único beneficiario. Ese sentido es enfatizado en el único versículo de las aleyas de Medina de tal intención: “Y luchad en Alá con todo el esfuerzo que él merece” (22:78). El enfrentamiento con el no-creyente aflora ya con fuerza en un versículo mequí, incluso de forma enfática, diríamos que “yihadiza yihadizadamente” si tal traducción fuese posible: “No obedezcas a los infieles y con esto [con el mensaje de Alá] lucha contra ellos denodadamente”. Pero explícitamente no hay violencia. El favor de Alá es ya anunciado de manera inconcreta: “Y en cuanto a los que luchan por nuestra causa les guiaremos en nuestros senderos. Dios está con los benefactores”. Por fin, la 16:110, en el marco de los castigos y de las recompensas eternas, habla favorablemente de “aquellos que han emigrado después de sufrir pruebas, y luego han luchado y han resistido”: el texto puede sugerir acción bélica, pero también apunta a una posible emisión después de la hégira.
En Medina, el deslizamiento hacia la acción guerrera “en la senda de Alá”, poniendo en juego vida y bienes con la seguridad de una recompensa, resulta definitivo. Lo define con torda sencillez el 61:11: “Creed en Alá y en su Enviado, y luchad en la senda de Alá con vuestros bienes y vuestras vidas. Es mejor para vosotros, si supierais”. No hay ruptura, sino concreción del objeto de la yihad respecto del período mequí: “Buscad el medio para que os acerquéis a Él y luchad en su senda” (5:35). La yihad se convierte así en la seña de identidad insoslayable del musulmán: “Los verdaderos creyentes son solamente aquellos que creen en Alá y en Su Enviado, que en lo sucesivo no dudan y luchan con sus bienes y sus persona en la senda de Alá”. A quienes rehusan el cumplimiento de tal obligación les espera el infierno (9:81). En cualquier caso los primeros son superiores a los segundos (4:95). La yihad es la etiqueta del creyente frente al que no lo es: 9:41, 66:9, 49:15, 5:54; 9:44. La divisoria entre ambos ha de ser imborrable, de manera que en relación al no-creyente sólo cabe la lucha hasta alcanzar la victoria (60:1). En 5:54, la condena se amplia a los apóstatas, y en 9:73 a los hipócritas, cosa importante ya que de aquí se deducirá la obligación de llevar la yihad más allá de la frontera con el descreimiento, pero siempre en ese marco de lucha armada, de la cual resultará la victoria: “Los que creyeron, emigraron y lucharon con sus bienes y sus personas en la senda de Alá ocupan el más alto rango ante Alá, y son los victoriosos” (9:20) (ver también 2:218).
El carácter militar de esa lucha resulta inequívoco, y alguna una vez el llamamiento es acompañado de la mención a ir armado de forma ligera o pesada (9:41). Aun elidida la palabra “yihad”, el concepto figura en la aleya 8:60, donde la orden de prepararse por todos los medios para la lucha -volveremos sobre la falsificación de que es objeto el texto en traducciones recientes-, tiene ya como fin inspirar el terror (irhab) a quienes son “enemigos de Alá y vuestros”: “Y preparaos contra ellos con toda la fuerza que reunáis, disponiendo la caballería, con el fin de aterrar al enemigo de Alá y vuestro…”.
Ampliado el campo de los enemigos a los hipócritas, la única matización afecta a las gentes del libro, contra quienes la lucha hasta la victoria puede no tener como resultado la muerte, en caso de aceptar la sumisión y el pago de la capitación (yizia):
“Combatid contra aquellos que no creen ni en Alá ni en el ultimo Día, que no prohiben aquello que Alá y Su mensajero han prohibido, y que no profesan la religión de la verdad entre quienes han recibido el Libro hasta que paguen la capitación y sean humillados” (9:29).
La yihad se impregna así de intereses económicos, hasta el punto de que en el versículo 9:111, reproducido por al-Bujari en el capítulo sobre el tema en su compilación de hadices, el combate es presentado como una permuta en que el creyente pone sobre la mesa de juego el riesgo de perder vida y bienes, a cambio de! botín y/o del paraíso. El botín es siempre un complemento inseparable de la yihad: “Disfrutad de los bienes lícitos de vuestro botín” (8:69). El concepto de yihad correspondiente a la etapa medinense nos introduce así en una doble dimensión del deber guerrero del creyente: en primer plano, la exigencia de servir sin reservas ni límites a la causa del Creador, y en segundo, la introducción de un sistema de valores de tipo mercantil, eco de la mentalidad inicial de Mahoma como comerciante en el mundo de las caravanas. Desde unos supuestos estrictamente materialistas, la yihad marca la dirección del Paraíso.
Además garantiza la victoria final, consistente en el imperio del islam sobre la tierra. Hasta entonces sigue en pie el deber de llevarla a cabo: “Combatidles hasta que cese !a discordia (fitna) y la religión sea toda de Alá” (2:193). Con casi las mismas palabras se expresa el versículo 8:39.
La vigencia de esa centralidad de la lucha a ultranza, su dimensión finalista de ganarse el Paraíso o, en su caso, el botín, queda reflejada en uno de los documentos más representativos del nuevo terrorismo islamista: el llamado testamento de Mohammed Atta. Se trata de imponer la muerte a los infieles al grito de “Allah u-Akbar” y sacrificarse en espera de alcanzar “los jardines del Paraíso decorados con los más bellos ornamentos, donde serán recibidos por huríes hermosamente ataviadas. El cumplimiento estricto de las consignas sagradas llega a la exigencia de quitarles los efectos, es decir, recoger el botín de los pasajeros previamente degollados, eso sí, sin desatender el objeto principal de la operación. El trato de los prisioneros es el recomendado por Mahoma: la muerte. De esa muerte son únicamente responsables los no-creyentes que la sufren, dado que han rechazado la verdadera religión ínsita en la naturaleza de todo hombre. No debe existir remordimiento alguno: “No sois vosotros los que les habéis matado; es Alá quien les ha matado” (8:17).
En resumen, la teoría coránica de la yihad, desmenuzada más tarde por los hadices en una cascada de casos concretos, y con especial atención hacia los mártires, surge de la proyección sobre el espacio de la guerra por Alá del principio que obliga al creyente a esforzarse siempre en dirección hacia ese dios que la creado y a quien debe una entrega absoluta. Es una guerra implacable, contemplada como sujeto participante desde el creyente, y con el triunfo definitivo de la causa de Alá como punto de llegada bifásico: victoria primero sobre no-creyentes o gentes del Libro, hasta la implantación final del Islam en toda la tierra. La referencia a Alá garantiza la cobertura espiritual, pero su contenido inmediato es militar como instrumento imprescindible, sin olvidar el carácter de inversión, de cara al botín en esta vida y a un paraíso cargado de placeres materiales después de la muerte.
Quedaba por definir el alcance de la yihad, sobre todo en cuanto a los adversarios, claramente individualizados en el tiempo del Profeta, pero de identificación más compleja con el paso de los siglos. La codificación corresponderá en torno a 1300 a la obra del rigorista Ibn Taymiyya, personaje clave en estos y otros aspectos para enlazar la doctrina originaria con el islamismo radical contemporáneo. Hasan al-Banna reeditó su Política de la sharía (Siyasa shariya) y su planteamiento dualista, con la contraposición “orden de los creyentes” regido por la sharia vs. enemigos exteriores e internos. El preciso esquematismo con que formula la oposición a los mongoles resultará del todo aplicable al proyecto de enfrentarse contra los nuevos invasores occidentales. Otro tanto sucederá con la denuncia de la yahiliyya, estado de ignorancia previo al Islam.
Ibn Taymiyya parte del supuesto coránico de que el hombre ha de ser necesariamente musulmán y si es invitado a serlo y se niega, ha de ser combatido. La yihad es, pues, una obligación fundamental en el Islam, y le corresponden las más altas recompensas de acuerdo con un dualismo radical: “Todo individuo o toda colectividad que la emprendan se encuentran ante dos sublimes alternativas: la victoria con el triunfo o la muerte del mártir con el paraíso”. La obligación de la guerra no se dirige sólo contra los infieles del exterior, sino que concierne a las “minorías rebeldes”, sean miembros de otra religión que viven en una sociedad musulmana, sean musulmanes que incumplen sus deberes. “Está establecido por el Corán, la Sunna y la ijma que es preciso combatir contra todo aquel que incumpla la ley del Islam, aun cuando hubiera pronunciado las dos profesiones de fe (shahada). El principio está sentado con la ampliación de los campos de aplicación de la yihad, en cuanto garantía de cumplimiento de la sharia. Los infieles, las gentes del Libro, los hipócritas, los musulmanes reacios a atender sus obligaciones, gobernantes incluidos, se convierten en categorías sobre las cuales debe caer la violencia ordenada por Alá. Un planteamiento que será extremadamente útil cuando resurja la exigencia de rigor y se agudice el conflicto con el enemigo exterior en la segunda mitad del siglo XX. Con razón, cita E. Sivan en El Islam radical, desde medios semioficiales egipcios ya se detectase hacia 1980 el influjo nocivo de Ibn Taymiyya sobre los jóvenes egipcios al justificar desde las escrituras islámicas la violencia contra aquellos musulmanes, incluso sunníes, que de un modo u otro se opusieran a la sharia. Serían el blanco de “una yihad en la senda de Alá”.
El paraíso a la sombra de la espada
En 1981 ve la luz el folleto titulado “El deber ausente’” (Farida al-Gha’iba), obra del ingeniero Muhammad Abd al-Salam Faraj, pronto ejecutado por su responsabilidad en el asesinato del presidente Sadat. El opúsculo invoca desde su título la obligación de la yihad, así como el prolongado eclipse que la misma ha sufrido en el pensamiento islámico. Recordemos por lo que hace al título que “farida” es deber, pero deber hacia Dios. Faraj es en rigor el primer yihadista contemporáneo, al hacer girar el comportamiento de todo creyente en torno a ese deber fundamental, recordado por la herida sangrante que en la tierra del Islam representa Israel y tendente en definitiva a cumplir la exigencia milenarista de un estado musulmán extendido a todo el planeta. Una construcción cuyo punto de referencia esencial es el tratamiento de la yihad por el inevitable Ibn Taymiyya.
Sin embargo, hay algo que sugiere el título no tan exacto. El recuerdo del deber ausente se había iniciado con anterioridad, desde los primeros pasos de los Hermanos Musulmanes y había alcanzado una coherencia doctrinal destinada a perdurar en la obra de Sayyid Qutb.
En apariencia, la actuación pacífica dentro de la ley y la construcción de una sociabilidad musulmana constituyen el núcleo de la innovación introducida por el egipcio Hasan al-Banna desde que en 1928 funda los Hermanos Musulmanes. Tal es la propuesta interpretativa de Tariq Ramadán en su libro sobre reformismo musulmán. Peor el hecho de que en el ingreso como hermano musulmán tuviera lugar un juramento, sobre el Corán y sobre un arma, indica la existencia de una doble vertiente, confirmada por el opúsculo sobre la obligación de la yihad, Risalat-ul-Jehad. En sus páginas, Hasan al-Banna sostiene la obligatoriedad de la yihad para el creyente, hasta el punto de convertirla en la seña de identidad del Islam: “No hay sistema en el mundo que haga tanto énfasis en la yihad y en la lucha, en el uso de poder, en la mutua disciplina y en la unidad, y en la defensa de derechos, como el Islam”. Para que no haya dudas, discute el famoso hadiz sobre la gran y la pequeña yihad, y tras subrayar su carácter dudoso, deja claro que no existe contradicción alguna entre la yihad como lucha contra el infiel y la yihad contra uno mismo, siendo en todo caso necesaria la primera.
Hasan al-Banna devuelve la yihad a la condición de obligatoriedad que revisten los textos clásicos, apuntando sin la menor opción para la duda, a que yihad significa lucha con derramamiento de sangre, siendo en consecuencia su más alta expresión la figura del mártir. Las citas de aleyas que toma como punto de apoyo pertenecen todas al periodo de Medina y tiene sin excepción contenido guerrero. La última coincide con la que Al Bujari toma para abrir su capítulo sobre el tema. En cuanto a los hadices, pronuncia una observación muy útil para refutar a los comentaristas apegados a la prioridad una yihad espiritual: “Los preciosos y altamente estimados hadices que mencionen estas cosas, o describen la guerra en el mar o la alta estima de la misma, o que conciernen a la guerra con la gente del Libro, o directrices y mandamientos acerca de la conducción de la guerra, son tan numerosos que un voluminoso libro no serviría para recogerlos.”
El carácter de innovación en las reflexiones de Al-Banna sobre la yihad no suscita moderación alguna. En todo caso, ofrece la rama de olivo al final de la yihad, que generaría “amor a la paz y conciliación”. Asume la dureza de los textos clásicos e incluso va más allá de los mismos cuando compara la yihad contra los infieles y la llevada a cabo contra cristianos y judíos. Se trata de un aspecto relevante ya que tal asimilación, favorecida por la coyuntura histórica, se encuentra en la base de la ulterior doctrina yihadista: “(…) la yihad con la gente del Libro es también obligatoria y aquel que luche contra ellos recibirá doble recompensa. No sólo hay que practicar yihad contra los infieles sino contra toda esa gente que representa un peligro para el Islam.”
Para nada contempla Al-Banna la yihad como una actuación defensiva frente a una agresión exterior. Consiste en cambio en la realización de “todos los esfuerzos posibles para quebrar el poder de los enemigos de la religión, poner fin a su dominio y asentar las raíces de la religión”. Los adversarios son designados uno a uno, con un significativo olvido de los infieles en concreto. En primer término, los dhimmíes que rompan el pacto, esto es, que no acepten la subordinación. Después los apóstatas, rebeldes contra el Islam después de aceptarlo. Una yihad destinada además a durar hasta el Día del Juicio. De ahí que proclame, reproduciendo el hadiz, que “el paraíso se encuentra a la sombra de las espadas”.
Su “última palabra” en torno al tema resulta inequívoca: “¡Queridos hermanos!: Aquellos cuya forma de morir es hermosa y que están hechos a la muerte con honor, son honrados en el mundo y con el Paraíso en el mundo venidero. Lo que nos ha puesto ante la degradación y el deshonor es sólo el amor a este mundo y el miedo a la muerte. Por eso preparaos para la yihad y ser amantes de la muerte. La vida vendrá en vuestra busca”
No resulta pues válida la estimación generalmente admitida de que Hasan al-Banna representa una fase pacífica de los Hermanos Musulmanes, mientras que Sayyid Qutb es quien protagoniza el viraje teórico hacia el radicalismo cuya última expresión es el terror. Había una razón fundamental para que un pensador tan atento a las distintas facetas de su proyecto islamista reconociera la necesidad de la violencia. El diseño de una sociedad totalista, transformada en todos sus componentes, y en los comportamientos, en un orden regido por la sharía, sólo puede ser alcanzado mediante un grado mayor o menor de coacción. La cascada de prohibiciones formuladas por Al-Banna en su programa político no pueden hacerse efectivas de otro modo, y la yihad es la llave para vencer a la resistencia.
Eso sí, en un contexto más desfavorable, cuando ya Nasser ha sofocado las expectativas del islamismo dentro del nuevo régimen, Sayyid Qutb desarrolla las intuiciones del fundador y elabora el tratamiento sistemático que hará de la yihad la clave de bóveda del islamismo radical. En sus palabras, reproducidas por Rudolph Peters, “la yihad es la revolución permanente del mundo islámico”.
Los puntos principales en la teoría de la yihad por Sayyid Qutb reflejan, de un lado, la propensión salafí, de partir de la edad de oro originaria en que el Profeta, al reproducir las palabras de Alá, señaló el camino de una sociedad musulmana perfecta lograda mediante la guerra contra el infiel, y de otro, la exigencia de proceder a una actualización, tanto en la designación de los objetivos como en las formas de lucha, sin por ello cortar el hilo umbilical con las enseñanzas del Profeta, algo perfectamente realizable en la medida que la ignorancia de la Arabia pagana se encuentra reproducida en la nueva ignorancia del mundo occidental. Esos puntos serían:
Primero. La yihad es el instrumento indispensable para regresar a ese pasado perfecto, para establecer !a din, el verdadero orden religioso de la sociedad. Si la llamada al Islam, la dawa, se encuentra obstaculizada, la yihad resulta imprescindible.
Segundo. La forma de yihad ha de inspirarse en el patrón trazado por Mahoma en su vida, desde la predicación en la Meca a los años de lucha en Medina.
Tercero. En el plano teórico, la exigencia de la yihad resulta de la incompatibilidad entre el Islam y el mundo de la ignorancia, la yahiliyya, cuya expresión es el enfrentamiento entre Dar al Islam y Dar al Harb.
Cuarto. Yihad nada tiene que ver con conversión forzosa. No se trata de atacar a los individuos, sino de liberarlos de la perniciosa influencia de Occidente.
Quinto. Es una lucha revolucionaria sin punto final contra los infieles y ha de constituir el eje del activismo político, haciendo del Islam una realidad viva.
Sexto. Constituye una obligación ineludible para el creyente. El musulmán que no practique la yihad “no existe”. “El Islam mira a todos desde una altura, porque ésta es su verdadera posición”. El principio de superioridad ha de guiar a la renacida “comunidad de los creyentes”, tal y como lo hiciera en el momento fundacional.
La referencia al tiempo de los piadosos antepasados, la edad de oro originaria, resulta imprescindible, tanto para que tenga sentido la analogía entre la yahiliyya de entonces y la de hoy, como para legitimar la propuesta de violencia de hoy sobre el comportamiento del Profeta en aquella fase fundacional del orden islámico. Tengamos en cuenta que Sayyid Qutb insiste sobre el carácter pacífico del Islam, al menos en principio, por lo cual, “Ia guerra es una excepción que se convierte en necesaria cuando existe una desviación de la integración ejemplificada en la religión de un Dios”. Lo que sucede es que allí donde ejerza su tiranía la soberanía del hombre resulta imprescindible iniciar la lucha para establecer la soberanía de Dios:
“Las razones para la yihad son estas: establecer la autoridad de Dios sobre la tierra; disponer los asuntos humanos de acuerdo con la verdadera guía proporcionada por Dios; abolir todas las fuerzas satánicas y los sistemas satánicos de vida; poner fin al dominio de un hombre sobre otros, ya que todos los hombres son criaturas de Dios y ninguno tiene autoridad para convertirles en siervos suyos o hacer leyes arbitrarias para ellos. Estas razones son suficientes para proclamar la yihad”
De acuerdo con la ortodoxia originaria, el fin último de esa lucha sólo puede consistir en la instauración de la soberanía de Dios sobre la tierra, esto es, el imperio del orden dispuesto por la verdadera religión sobre todos los hombres: “el Islam, esto es, la sumisión a Dios, es un mensaje universal que toda la humanidad debe aceptar o con el cual ha de buscar la paz”. Esto significa que el camino de la victoria definitiva ha de seguir una sucesión de fases ascendentes; de ahí el título del libro más conocido de Sayyid Qutb, verdadero catecismo del Islam radical, Hitos del Camino. Si es tolerada la acción de predicar sin límite alguno, no habrá guerra, pero ésta es siempre necesaria si surge cualquier tipo de oposición: “Aquel que entienda el carácter particular de esta religión, entenderá también el puesto que corresponde a la yihad bis saif (esforzarse mediante la lucha), que consiste en desbrozar el camino mediante la predicación para que progrese el movimiento islámico. Entenderá que el Islam no es “un movimiento defensivo” en el sentido estrecho de lo que hoy se llama técnicamente “una guerra defensiva” fue un movimiento para eliminar la tiranía y llevar la verdadera libertad a la humanidad, utilizando recursos acorde con la actual situación humana y sigue unas etapas definidas, cada una de las cuales cuenta con diferentes métodos.”
La antesala de la victoria definitiva es la lucha armada, plenamente legitimada por su objetivo de acabar con la yahiliyya de acuerdo con unas pautas en que el musulmán de hoy reencuentra las ya fijadas en el Corán. La forma de tiranía personalizada en el Faraón tiene unos rasgos que permanecen a lo largo de la historia, y que dada la fuerza de los estados que siguen inmersos en la ignorancia, no puede dejar de revestir formas violentas. Todos los medios son legítimos para alcanzar la meta de su destrucción, de acuerdo con el principio de que quien se oponga ha de atenerse a las consecuencias: “el deber del Islam es luchar contra él hasta que sea muerto o declare su sumisión”. “Verdad y falsedad no pueden coexistir”, sentencia Sayyid Qutb. La orientación general queda fijada en las dos aleyas donde es anunciado que la yihad no cesará hasta que la única religión en el mundo sea la de Alá.
Lo que propone Sayyid Qutb no es la yihad contra quienes ejercen una opresión política, sino “contra el gobierno de los hombres en todas sus formas”, la democrática incluida. Se trata de poner en marcha en términos literales una revolución que acabe con la hegemonía de Occidente y apunte hacia la finalidad última del movimiento islamista. No existe posible conciliación con concepto alguno o forma política propia de Occidente. La pureza del Islam rechaza toda variante de contaminación procedente de la yahiliyya. Son campos enfrentados en una lucha a muerte, en la que ha de vencer sin duda la causa de Alá.
Una numerosa bibliografía reconstruye el proceso de radicalización de minorías islamistas, singularmente jóvenes, al calor de la nueva situación internacional egipcia - entre la guerra de 1973 y la paz de Camp David de 1979 -, que desemboca en la conspiración para asesinar al presidente Sadat. El opúsculo ya citado de Faraj, El deber ausente, constituye su expresión ideológica, y al mismo tiempo la prueba de la importancia del antecedente teórico proporcionado por Ibn Taymiyya, desde el supuesto que el régimen de Sadat es análogo al falsamente musulmán de los mongoles (E. Sivan). Los “mal llamados musulmanes” pasan a ser el blanco principal y la yihad, el instrumento único para alcanzarlo. Surge así el supuesto clave del yihadismo, esto es, de la justificación teórica de la violencia y el terror frente a los enemigos internos (apóstatas, hipócritas) y exteriores (Israel, Estados Unidos). Su posición central se mantendrá hasta hoy: el primer deber del musulmán consiste en la práctica de la yihad, ahora vuelta en primer término contra los gobernantes que reniegan de su fe, buscando apoyo en todo el arsenal de citas coránicas sobre el tema: ” Pese a su crucial importancia para el futuro de nuestra fe, los hombres de religión de nuestra época han descuidado, incluso han hecho caso omiso de la yihad. No obstante, saben que la yihad es la única manera de restablecer y volver a realzar el poder y la gloria del Islam, algo que todo verdadero creyente desea con todo su corazón. No hay duda alguna de que los ídolos de la tierra no podrán ser destruidos más que por la espada y así se establecerá el Estado islámico y se restaurará el califato. Este es el mandato de Alá, y todos y cada uno de los musulmanes deben por ello hacer cuanto esté en su poder para cumplir este precepto, recurriendo a la fuerza sí es preciso”.
Las bases doctrinales de Bin Laden y Al Qaeda están sentadas. No tardará en cumplirse la previsión de Sayyid Qutb en el sentido de que las restricciones a la yihad son debidas a problemas coyunturales y no a la esencia del principio. Con la yihad victoriosa de Afganistán tuvo lugar la fusión en los medios y en los objetivos, al cerrar una lucha en doble vertiente, primero contra una gran potencia, luego contra la otra, sin olvidar el consejo coránico de golpear simultáneamente a los aliados menores, del 11-S al 11-M y en segundo plano contra los gobernantes musulmanes apóstatas que colaboran con los nuevos cruzados. La experiencia afgana facilita una formación de muyahidines capaces de Nevar los principios yihadistas a la práctica. Lo ha subrayado G. Kepel: “La fuerza de la red que han tejido pacientemente BinLaden y Zauahiri consiste en la excepcional disponibilidad de militantes fríos y racionales, formados en los campos afganos y luego reinsertados en la vida civil, que llegado el momento serán activados para dar “el gran golpe” contra “el enemigo lejano” y sacrificar su vida sin parpadear”. A partir de este momento, la reflexión yihadista se mueve en una doble dirección, por un lado el diseño de una estrategia del terror a escala planetaria, de acuerdo con la fundación del “Frente Mundial para la Yihad contra cruzados y sionistas”: por otro, en la búsqueda de medios técnicos que hagan posible la victoria, en seguimiento de la táctica empleada en su día por el Profeta en su guerra contra los mequíes, con una finalidad bien sencilla: “inducir a la comunidad musulmana a alzarse y liberar a su tierra, luchar por la causa de Alá y hacer de la sharía la más alta ley, así como la palabra de Alá la más alta de las palabras” Bin Laden (10 -06-1999).
En el mismo discurso queda de manifiesto que el Islam se convierte para el líder terrorista en una doctrina del odio “Todo musulmán que contempla la discriminación comienza a odiar a americanos, judíos y cristianos; esto es parte de nuestra religión y fe”. Llegados a este punto, el concepto de resistencia resulta capital ya que hace posible la inversión de las relaciones de violencia. La agresión del creyente aparece como la respuesta ordenada por Alá al ataque de los enemigos, los nuevos cruzados, del mismo modo que Mahoma declarara la guerra a los mequíes como réplica a las supuestas agresiones sufridas antes de la hégira. Para ajustarse al criterio coránico de legitimidad de la yihad, ésta es presentada como un medio imprescindible de resistencia por parte de la umma y de sus miembros individuales. Es su calidad de agresores lo que justifica que el hecho más grato a Alá consista en matar americanos y judíos allí donde se encuentren. Se trata en sentido estricto de un acto de yihad, ya que comprende el derecho y el deber al botín al cumplir el mandato divino de “matar americanos y quitarles su dinero allí donde se encuentren”. La primacía del terror lo contamina todo incluso la referencia clásica a la shura en cuanto a organización de! gobierno, ya que sin ambages, para Bin Laden, los gobiernos islámicos siempre “han sido establecidos por la pluma y el fusil, la palabra y la bala, la lengua y los dientes” (AQ). Eso significa que la lucha contra los regímenes sin dios y apóstatas se realiza mediante cualquier acto de destrucción al alcance del creyente, de acuerdo con el objetivo trazado por Abdulá Azzam de liberar hasta el último pedazo de tierra que haya sido musulmana y hoy esté en manos infieles. El punto de partida es Palestina; el de llegada, Al Andalus El protagonismo de la yihad desemboca en una inexorable discriminación dualista: “Esta guerra es fundamentalmente religiosa. La gente del Este son musulmanes. Simpatizan con los musulmanes contra la gente del Oeste, que son los cruzados”
Conclusiones
A lo largo de la historia del Islam, la utilización del término “yihad” ha podido experimentar variaciones, pero este hecho no puede borrar la existencia de un hilo rojo que une la formulación dominante en los años de Medina con su uso por el islamismo radical durante las últimas décadas, con las sucesivas elaboraciones de Ibn Taymiyya y de Sayyid Qutb a modo de eslabones que unen ambos extremos, con una codificación coherente primero, y una adecuación a la crisis de la confrontación con Occidente en el caso del segundo. Lo que tantos ensayistas e islamólogos se niegan a entender, resulta sin embargo claro en todas las manifestaciones de la propaganda radical, aun sin alcanzar el yihadismo. El kalashnikov alzado o las armas disparando en las cubiertas de los folletos sobre la yihad en el Islam, ofrecidos hasta hoy en las librerías musulmanas de Londres o de Washington, dejan malparadas las elucubraciones en que la yihad trata de presentarse como un ejercicio puramente espiritual.
Particularmente, esa observación resulta válida para el tópico de la gran yihad, espiritual e intimista, superior a la pequeña yihad belicista. Como objeto de exportación, el planteamiento es de gran utilidad, al descalificar toda visión que intente profundizar en los orígenes de la yihad realmente existente. Ahora bien, no sólo se trata de la nula fiabilidad del hadiz en que se basa, sino de que su contenido es contradictorio con el principio islámico de que toda acción humana relevante ha de estar dirigida hacia Alá. No existe incompatibilidad alguna entre la práctica de la yihad en la senda de Alá y el dominio de las pasiones individuales, pero la jerarquía siempre debe otorgar la prioridad en un marco de conflicto al colectivo, a la umma. El enfoque de la yihad toma al individuo como punto de partida, sólo que para proyectarle de inmediato como sujeto actuante orientado hacia la única dirección posible, la trazada por Alá, que después de la hégira no puede ser otra que la práctica de una guerra victoriosa en el curso de la cual verá asimismo satisfechos sus intereses materiales, con el botín primero, con una gozosísima estancia eterna en el paraíso de caer como mártir.
Esto no excluye en modo alguno que el pensamiento musulmán pueda plantear fértiles desarrollos a partir de ese bastión doctrinal que es la exigencia del esfuerzo hacia Alá, presente como principio en las azoras de La Meca. Sólo que si aceptamos el Corán en su totalidad, según hace la inmensa mayoría de los creyentes, islamistas moderados del tipo Tariq Ramadan incluidos, el rechazo de la acepción bélica es de dudosa ortodoxia. La salida reside entonces, así en la reflexión de Tariq Ramadan, en abrir una puerta trasera a la violencia al plantear que la misma no puede ser excluida si se hace imprescindible “la resistencia” a agresiones contra el Islam. Únicamente trazando una divisoria entre el concepto primero de “yihad” y el que resulta transferido a la guerra necesaria contra el enemigo de religión puede ser evitada ese encuentro del islamismo moderado con el radical en torno a la coartada de la “resistencia”.
En último término, la yihad puede desembocar sin dificultad en la práctica del terror, desde una perspectiva salafí, con la mirada puesta en la vida ejemplar del Profeta como conquistador. El ya aludido versículo 8:60 lo plantea abiertamente: frente a los enemigos de Alá hay que emplear todos los medios con tal de “aterrorizarles”. Es una recomendación congruente con la proyección sobre la tierra de los castigos infernales con el objetivo de hacer inevitable el triunfo de la verdadera religión.
Zaragoza, 1 de diciembre de 2006.


¿EN QUÉ MEDIDA CONTINÚA AL-QAEDA SUPONIENDO UNA AMENAZA PARA LAS SOCIEDADES EUROPEAS?
:: Miércoles, 24 de Enero de 2007 :: Terrorismo/Internacional
Por Fernando Reinares, investigador principal de Terrorismo Internacional, Real Instituto Elcano, y Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos (REAL INSTITUTO ELCANO, 24/01/07):
Tema: Tanto al-Qaeda como las extensiones locales o regionales controladas por los dirigentes de esa estructura terrorista suponen en la actualidad una amenaza para los ciudadanos e intereses europeos.
Resumen: Al-Qaeda sigue existiendo como estructura terrorista diferenciada de otros actores colectivos que integran las redes del movimiento de la yihad neosalafista global y continúa suponiendo una amenaza real para las sociedades europeas. Esta amenaza puede ser indirecta o directa. Es particularmente grave en el caso del Reino Unido, aunque en modo alguno insignificante para otros países de la Unión Europea. Al-Qaeda sigue intentando perpetrar un gran atentado terrorista, quizá catastrófico, incluso no convencional, en Europa. Más probables son otros incidentes menos espectaculares, aunque siempre letales, que al-Qaeda instigue o sólo facilite. A corto y medio plazo, será muy difícil que las agencias estatales de seguridad consigan anticiparse con éxito a todos los que han sido y serán planificados teniendo a ciudadanos e intereses europeos como blanco.
Análisis: Al-Qaeda, es decir, tanto el conjunto de individuos articulados bajo el liderazgo carismático de Osama bin Laden y la dirección estratégica de Ayman al Zawahiri a partir de los años noventa como, una vez descentralizada dicha estructura terrorista, las extensiones locales o regionales controladas por ambos dirigentes, han intervenido directamente en una parte sustanciosa de los centenares si no ya miles de atentados perpetrados desde hace más de dos décadas por el conjunto de actores individuales y colectivos integrados en el movimiento de la yihad neosalafista global. Más concretamente, apenas ha facilitado o perpetrado unos pocos de los incidentes de terrorismo yihadista ejecutados en la Unión Europea o contra ciudadanos e intereses de los países que la componen pero fuera del territorio comunitario.
Indirectamente, sin embargo, al-Qaeda ha instigado con frecuencia la ejecución de atentados contra blancos de adscripción europea a cargo de sus grupos y organizaciones asociadas o de células independientes pero cuyas actividades se inspiran en las ideas y el repertorio de violencia que propugnan los principales adalides del terrorismo internacional. Sobre todo ello existe evidencia pasada e indicadores recientes, en base a los cuales es posible afirmar que al-Qaeda sigue suponiendo una seria amenaza para las instituciones y poblaciones que habitan en el espacio de la Unión Europea. El directorio de aquella, sus allegados inmediatos y los activistas más estrechamente relacionados con ellos siguen empeñados en perpetrar algún atentado espectacular en suelo europeo, que podría incluso tratarse de un acto de terrorismo no convencional, mientras incentivan o facilitan las actividades terroristas de otros grupos y organizaciones relacionadas con el movimiento de la yihad neosalafista global en el espacio comunitario.
Algunos antecedentes
El primero de los episodios terroristas en Europa occidental que permitieron constatar la implicación de al-Qaeda tuvo lugar el 25 de julio de 1995. Ese día, la deflagración de un artefacto explosivo colocado en una concurrida estación subterránea de trenes regionales de París ocasionó la muerte a ocho personas y heridas a cerca de ochenta. Entre agosto y octubre de ese mismo año se produjeron varios incidentes más en la misma área metropolitana, aunque de menor intensidad, además de otro en la ciudad de Lyon. Sus autores eran miembros del Grupo Islámico Armado (GIA), procedente de Argelia, así como simpatizantes del mismo en el caso de alguna réplica tardía. Ahora bien, dicha organización, surgida en el contexto de la insurgencia islamista dentro del país norteafricano, se encontraba ya bajo el influjo de al-Qaeda, que contribuyó expresamente a la financiación de esa campaña de atentados en territorio francés.
Casi nueve años después, el 11 de marzo de 2004, en Madrid, diez bombas colocadas a primeras horas de la mañana en cuatro trenes de cercanías que circulaban con destino a una estación ferroviaria del centro de la ciudad estallaron de manera sincronizada, con el resultado de 191 muertos y algo más de 1.500 heridos. Su autoría fue reclamada en nombre del comité militar de al-Qaeda, aunque en su preparación y realización intervinieron individuos relacionados con, entre otros, el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM). Si bien España podía considerarse blanco genérico de este nuevo terrorismo internacional desde mediados de los noventa y específico desde finales de 2001, no fue hasta octubre de 2003 cuando Osama bin Laden mencionó por primera vez a nuestro país, señalizándolo así como blanco declarado de la yihad neosalafista global.
El 7 de julio de 2006, apenas iniciado el día, tres terroristas suicidas hicieron estallar casi al mismo tiempo los explosivos que portaban en distintos puntos del metro de Londres y un cuarto se inmoló cruentamente en un autobús urbano, casi una hora después. El número de víctimas mortales ascendió a 52. En un primer momento, la organización secreta de al-Qaeda en Europa se hizo responsable de los hechos. Ayman al Zawahiri no sólo asumió esa autoría en un mensaje grabado en vídeo y difundido dos meses después sino que, transcurrido un año, a través de Internet, reveló que dos de los cuatro jóvenes británicos descendientes de inmigrantes paquistaníes que eligieron la capital inglesa para lo que entendían era una operación de martirio, habían estado en un campo de adiestramiento de al-Qaeda en Pakistán, donde fueron preparados para llevar a cabo un acto como el que finalmente ejecutaron.
Pero ciudadanos e intereses europeos han sido afectados por el terrorismo de al-Qaeda también en otras regiones del mundo, en ocasiones como blancos preferentes y en otras circunstantes. En abril de 2002, por ejemplo, el Ejército de Liberación de los Santos Lugares, denominación que en realidad encubría a una partida de al-Qaeda, se atribuyó la muerte, entre otros fallecidos, de catorce viajeros alemanes que se encontraban en la isla tunecina de Yerba. Ese mismo año, un petrolero francés sufrió otro atentado de al-Qaeda a escasa distancia de las costas de Yemen, ejemplo entre tantos otros de los devastadores efectos que tiene una actividad terrorista estructuralmente descentralizada pero financiada y facilitada desde el núcleo central de al-Qaeda, sujeta eso sí a improvisaciones que con cierta asiduidad hacen fracasar los planes. En los últimos años la propia al-Qaeda o alguna de sus extensiones regionales bajo el control de los dirigentes de aquella han perpetrado y perpetran atentados contra blancos europeos en el contexto de los conflictos de Afganistán e Irak.
Además, numerosos incidentes de consecuencias potencialmente muy graves, relacionados siempre con al-Qaeda, han sido desbaratados a tiempo por distintas agencias estatales de seguridad europeas, tanto en sus respectivos países como fuera de ellos pero contra blancos de las mismas nacionalidades. Incluso antes del 11 de septiembre se consiguió evitar matanzas como la que una serie de individuos ligados a aquella estructura terrorista habían previsto para las navidades de 2000 en Estrasburgo. También pudo prevenirse –entre un número significativo de otros atentados desbaratados a tiempo por la policía y los servicios de inteligencia europeos, a menudo en colaboración con otros de terceros países– el que iba a ser perpetrado contra la embajada de EEUU en París en otoño de 2001. Al-Qaeda había proporcionado adestramiento, financiación y cobertura logística a los magrebíes integrantes de la célula que tenía encomendada la operación.
Al poco tiempo, en diciembre de 2001, un británico de entonces veintiocho años que se había convertido en musulmán, de nombre Richard Reid, intentó sin éxito destruir el avión de una compañía estadounidense que había despegado de París y se dirigía a Miami, mediante la detonación de una sustancia explosiva oculta en sus zapatos. No se trataba de un terrorista individual. Pertenecía a al-Qaeda y fue enviado a esa misión suicida por quien en aquellos momentos era máximo responsable de su comité militar, Khaled Shaikh Mohammed. Este último, junto al yemení Ramzi Bin al Shibh, ambos implicados en los atentados del 11 de septiembre, elaboraron después un sofisticado plan para perpetrar un atentado en el aeropuerto londinense de Heathrow, que trataron de completar otros destacados miembros de al-Qaeda cuando aquellos dos fueron finalmente detenidos por las autoridades paquistaníes.
Señalización de blancos
En una medida nada desdeñable, la amenaza que el terrorismo internacional supone en la actualidad para las instituciones y los habitantes de la Unión Europea continúa procediendo directamente de al-Qaeda, aunque en conjunto sea posiblemente mayor la que emana de sus grupos y organizaciones afiliadas. Por una parte, eso se deduce de los comunicados que Osama bin Laden ha hecho públicos desde mediados de los años noventa y de las numerosas proclamas emitidas asimismo por Ayman al Zawahiri. Estos mensajes contienen una amenaza genérica al conjunto de las sociedades europeas en tanto que corresponden al mundo occidental y debido a que sus gobernantes son presentados por los adalides de la yihad global como aliados de EEUU. Pero con frecuencia se torna específica para una serie de países europeos y declarada para aquellos expresamente mencionados como blancos.
A lo largo de 2006 hay numerosos ejemplos que ilustran tanto aquella amenaza genérica sobre el conjunto de las sociedades europeas como la que afecta más concretamente a los intereses y ciudadanos de determinadas naciones, dentro y fuera de sus respectivas jurisdicciones estatales. Ayman al Zawahiri reiteró en marzo del pasado año, a través de una grabación sonora divulgada en Internet, su habitual llamada a los musulmanes para, decía en esa ocasión, “atacar a Occidente como en Nueva York, Madrid y Londres”. En junio, esta vez mediante un vídeo accesible desde una conocida página web de orientación islamista radical, urgía a los musulmanes de Afganistán a combatir la presencia de tropas extranjeras en su país, entre las cuales hay, como es sabido, contingentes europeos y en concreto de España.
A finales de julio, mediante otro vídeo hecho público por un canal qatarí de televisión, al-Yasira, el mismo Ayman al Zawahiri insistía de nuevo en su hostilidad hacia la “civilización occidental y su líder América”, añadiendo esta vez que entre los territorios que fueron musulmanes y es preciso “liberar” recurriendo a la “yihad” se incluye “al-Andalus”, lo que debe ser entendido como una amenaza específica sobre España y, aunque no suele hablarse demasiado de ello, también sobre Portugal. En este último país se ha producido ya alguna tentativa de atentado por parte de individuos relacionados con las redes globales del terrorismo yihadista, cuando no posiblemente con otros cercanos al núcleo decisorio de al-Qaeda. En septiembre, de nuevo a través de una grabación en vídeo, el estratega del terrorismo global mencionó expresamente a Francia y, en conjunto, a los países que apoyaron la Resolución 1701 de Naciones Unidas sobre Líbano, donde hay soldados de varios países europeos desplegados bajo el mandato de dicho organismo internacional, entre ellos españoles.
Ya en el mes diciembre, asimismo del pasado año, al-Yasira volvió a difundir extractos de otro mensaje del mismo Ayman al Zawahiri, en el cual explicita por enésima ocasión que los objetivos de la yihad global en curso son, por una parte, recuperar las tierras que históricamente fueron musulmanas y, por otra, la formación de un califato islámico de acuerdo con la sharía o ley islámica, se supone que en la versión rigorista que es propia del salafismo yihadí. Además, acusaba vehementemente a Naciones Unidas de legitimar con su Carta la ocupación de lo que considera territorios históricamente musulmanes por parte de Gobiernos no musulmanes y de obligar a que los países que pertenecen a dicho organismo internacional reconozcan y acepten, entre otras, “la ocupación española de Ceuta y Melilla”. Una vez más se menciona a España.
Estas y otras proclamas, como las que han hecho referencia a las caricaturas de Mahoma en el caso de Dinamarca, pueden desde luego estimular la realización de atentados en países europeos, o contra personas e intereses de sus correspondientes nacionalidades pero fuera de los mismos, por parte de grupos y organizaciones relacionadas con al-Qaeda o de células independientes que se inspiran en sus mismos fines y procedimientos. En este sentido, los dirigentes de aquella estarían actuando como instigadores de actividades terroristas contra instituciones y poblaciones europeas por parte de unos u otros actores de la yihad neosalafista global. En primer lugar, al demarcar al conjunto de la sociedad europea como constitutiva del mundo occidental, el cual es presentado como enemigo de la nación islámica por los adalides de al-Qaeda; en segundo lugar, al mencionar una serie de países concretos, en función de su pasado histórico, de avatares recientes o de que hayan enviado tropas a determinadas zonas de conflicto como Afganistán, Irak o Líbano. En una evaluación de amenaza terrorista esto equivale a la señalización de blancos.
Implicación operativa
La amenaza que continúa suponiendo al-Qaeda para instituciones y sociedades europeas es no sólo indirecta sino directa. Esto es, referida a la intervención de sus propios líderes y miembros en la planificación, el “facilitamiento” o la ejecución de atentados contra blancos localizados en ese ámbito geopolítico o estrechamente asociados al mismo pero más allá de su frontera exterior. Así ocurría incluso antes del 11 de septiembre y así ha continuado siendo desde entonces, como ha quedado acreditado en algunos de los incidentes ocurridos desde aquella fecha a los que ya he aludido antes. Este pasado año, es muy posible que los dirigentes de al-Qaeda estuviesen implicados en los planes para destruir simultáneamente, mediante el uso de explosivos líquidos introducidos en pequeños recipientes disimulados en el equipaje de cabina, varias aeronaves comerciales estadounidenses en vuelo desde Londres hacia diversas ciudades norteamericanas, que fueron descubiertos y desbaratados por las agencias británicas de seguridad en agosto de 2006.
Al-Qaeda, según todos los indicios, sigue intentando perpetrar un gran atentado terrorista, quizá catastrófico e incluso no convencional, en Europa. Como igualmente ha tratado y trata de volver a hacerlo en Norteamérica. Muchos dicen que ya no se trata de una organización sino de un movimiento o de una ideología, pero lo cierto es que, pese a haber sido privada del santuario afgano y debilitada progresivamente durante los últimos cinco años, al-Qaeda continúa existiendo, se encuentra asentada en una zona del territorio tribal paquistaní adyacente con la frontera afgana y sustraída de cualquier autoridad estatal efectiva, ha reorganizado buena parte de su base operativa tanto en esa zona como ya también en una provincia de Irak, dispone de miles de activistas propios y está implicada en actividades terroristas tanto en su inmediato entorno surasiático como en otros ámbitos geopolíticos donde operan extensiones regionales o ha diseminado elementos destacados que a menudo actúan como emprendedores o intermediarios. Cabe discutir, eso sí, acerca del grado de control que desde el centro decisorio de al-Qaeda se ejerce en la práctica sobre los planes para cometer actos de terrorismo lejos de su escenario más cercano, incluyendo Europa.
Es posible que las dificultades que al-Qaeda encuentra actualmente para perpetrar directamente atentados en la Unión Europea, más allá de su aprobación o planeamiento, expliquen una eventual colaboración con entidades locales o regionales asociadas que tienen infraestructura y activistas en ese territorio, como el ya plenamente alineado Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) o el más difuso Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), además de otras redes norteafricanas y asiáticas susceptibles de movilización. Sin que ello signifique que la matriz de referencia del terrorismo global carezca de alguna presencia en Europa a través quizá de una trama de intermediarios o enlaces que actúen como emprendedores a la hora de llevar a cabo operaciones concretas. Al-Qaeda se ha descentralizado desde finales de 2001 pero hay indicaciones que sugieren también una regionalización, por lo que no puede descartarse que esto suceda también en Europa. Uno de los mensajes fidedignos en que se reclamaba la autoría de los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres habla expresamente de una Organización de al-Qaeda para la Yihad en Europa.
En Europa occidental, la amenaza que procede de al-Qaeda adquiere especial relevancia en el caso del Reino Unido, donde un preocupante número de individuos y redes yihadistas existentes dentro del país mantienen estrechos ligámenes con el núcleo decisorio de aquella estructura terrorista en el sur de Asia, concretamente en Pakistán. Incluso la directora general del servicio de inteligencia británico que conocemos como MI-5, Dame Eliza Manningham-Buller, reveló ante un pequeño grupo de académicos reunidos en Londres el pasado mes de noviembre que a su agencia le constaban al menos 30 conspiraciones para cometer atentados en territorio británico y que lo más grave de esa amenaza proviene de, textualmente, “resilient networks, some directed from al-Qaeda in Pakistan, some more loosely inspired by it, planning attacks including mass casuality suicide attacks in the United Kingdom”.
Ahora bien, el hecho de que al-Qaeda carezca de similares capacidades de penetración en otros países europeos no reduce el nivel de la amenaza en su conjunto. Un diario de Lahore que se considera fiable y bien informado publicó en diciembre de 2006 un reportaje sobre británicos musulmanes y otros europeos, posiblemente conversos radicalizados, que han sido entrenados durante un año en un campo secreto de al-Qaeda cerca de la frontera afgana. El tipo más verosímil de incidentes terroristas en cuya planificación o ejecución intervenga de algún modo al-Qaeda que pueden ocurrir en algún país europeo a corto y medio plazo incluye un rango que previsiblemente oscila entre los atentados múltiples contra blancos más bien desprotegidos, mediante artefactos explosivos que no requieren una preparación excesivamente prolongada y complicada pero ocasionen un importante número de víctimas mortales, hasta los de carácter no convencional que incorporarían elementos radioactivos o químicos, sin olvidar los muy espectaculares y hasta catastróficos contra blancos que disponen de estrechas medidas de seguridad pero están dotados de una gran relevancia simbólica.
Al-Qaeda continuará tratando de hacerse con elementos químicos o radiológicos y el riesgo de que sean utilizados en atentados terroristas dentro de la Unión Europea no es insignificante y se incrementa. Recientemente, los servicios secretos italianos elaboraron un informe reservado sobre los escenarios operativos de la amenaza que plantea el terrorismo global, en el que no se descartan ni que al-Qaeda cometa un atentado en alguna ciudad mediante una bomba atómica de diez kilotones ni la hipótesis de un atentado con elementos químicos. Ahora bien, es más probable que los blancos del próximo atentado que tenga lugar en territorio comunitario sean de nuevo la aviación comercial o los transportes públicos, sin olvidar las infraestructuras críticas, los lugares donde se producen grandes aglomeraciones y los edificios públicos. También recientemente se ha sabido, gracias a la colaboración entre servicios de inteligencia europeos y norteamericanos, que en Pakistán, es decir, previsiblemente en conexión con al-Qaeda, se han elaborado planes para perpetrar un atentado espectacular y altamente letal contra el túnel que discurre bajo el Canal de la Mancha.
Conclusión: Al-Qaeda, en tanto que núcleo fundacional y referencia permanente para el movimiento de la yihad neosalafista global en su conjunto, continúa suponiendo una amenaza para las sociedades europeas. Esta amenaza terrorista es en unas ocasiones indirecta y, en otras, directa, pero siempre real. Al-Qaeda puede inducir la comisión de atentados contra instituciones y ciudadanos europeos por parte de otros actores individuales o colectivos que practican el terrorismo yihadista, como ha venido haciendo. Ahora bien, es de igual modo posible que se implique operativamente en la ejecución de una acción terrorista de gran envergadura, cosa que también parece haber ocurrido. Cabe también que al-Qaeda colabore con otros componentes locales o regionales de sus mismas redes del terrorismo global para planificar y perpetrar un determinado incidente o una campaña de atentados terroristas en la Unión Europea.
Empero, la amenaza de al-Qaeda no afecta por igual a los distintos países europeos. Como tampoco es uniforme la amenaza que plantean ni los grupos y organizaciones asociados con dicha estructura terrorista ni las células independientes que están inspiradas por su ideología. En la actualidad, el terrorismo relacionado directamente con al-Qaeda es más preocupante en el Reino Unido que en ningún otro país comunitario, sin que la amenaza que esa estructura terrorista supone por sí misma para el conjunto de la Unión Europea sea ni mucho insignificante. El estilo de atentado más verosímil si la propia al-Qaeda se implica en su realización correspondería a un acto de terrorismo altamente cruento y hasta catastrófico, quizá incluso no convencional. Eventualmente, dirigido contra blancos de relevancia simbólica pese a estar dotados con amplios dispositivos de seguridad. Su probabilidad, con todo, es aún más baja que la estimada para otro tipo de incidentes en los que esa estructura terrorista o alguna de sus extensiones regionales en áreas geopolíticas próximas intervengan como facilitadoras, que entonces cabe imaginar también considerablemente letales pero contra blancos mucho menos protegidos que otros. Será difícil evitar que uno u otro de esos posibles sucesos lleguen a conmocionar seriamente a las europeas y los europeos en un próximo futuro, pese a los esfuerzos preventivos que desarrollan los cuerpos policiales y los servicios de inteligencia.


ESPAÑA Y AL QAEDA: ¿QUÉ TIPO DE AMENAZA AFRONTAMOS? ¿ESTAMOS DANDO LA RESPUESTA ADECUADA?
:: Jueves, 8 de Febrero de 2007 :: Terrorismo/Internacional
Transcripción de la ponencia impartida por Fernando Reinares, Catedrático de Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos, con motivo de la celebración de las II Jornadas Internacionales de Terrorismo tituladas “Causas y Consecuencias del Terrorismo”, que tuvieron lugar los días 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2006, en el Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón (Fundación Manuel Giménez Abad).
Es un verdadero placer estar hoy aquí. Agradezco mucho a la Fundación Manuel Giménez Abad su gentileza al invitarme, y por supuesto también a mi querido y admirado colega Rogelio Alonso, el profesor Rogelio Alonso, organizador de este encuentro.
Y por supuesto que, como siempre, es un verdadero honor compartir panel con Martha Crenshaw, con la profesora Martha Crenshaw, una verdadera maestra para mí, y participar en el mismo foro de otros maestros: David Rapoport, Alex Schmid, etcétera.
Hoy quería por segunda vez este trimestre -la primera lo hice el pasado mes de septiembre- tratar de proponerles una reflexión -ahora que tanto hablamos del modo en que se reacciona frente a ETA-; proponerles una reflexión sobre el modo en que estamos reaccionando en España a los riesgos y amenazas del terrorismo internacional, que es algo de lo que se habla mucho menos, y que tenemos menos sistematizado.
Y para empezar, quizá unas palabras muy rápidas acerca de la amenaza del terrorismo internacional, en el caso de nuestro país: ¿Por qué Al Qaeda, y el conjunto de grupos, organizaciones, entidades, vinculadas con Al Qaeda, continúa siendo una amenaza sustancial para España después del 11-M? De hecho, lo era ya antes del 11 de marzo. Y en la actualidad, esa amenaza procede -por ser ante ustedes sistemático, y no perderme en detalles-, procede básicamente de los tres componentes que configuran el terrorismo global en nuestros días. Procede directamente de Al Qaeda, es cierto que nuestro país no tiene a la amenaza de atentados planeados y ejecutados directamente por elementos de Al Qaeda como la principal de todas. Pero no es menos cierto… -hay otros países europeos donde sí ocurre, por ejemplo en el Reino Unido-. Pero no es menos cierto que bien hace poco, el pasado mes de julio, Ayman al-Zauahiri, el estratega, el “número dos”, por decirlo en estos términos, de Al Qaeda, nos ha vuelto a recordar a los españoles que nuestro país está entre sus objetivos preferentes, entre sus objetivos más significativos, a medio y largo plazo. En la medida en que ha vuelto a insistir en el objetivo de reconquistar para el Islam una serie de territorios que fueron dominio musulmán en el pasado, y que deben serlo en el futuro, como parte de ese califato universal al que aspira Al Qaeda, aunque esa agenda global la compatibilice el terrorismo global con otras agendas de carácter regional o local de los grupos u organizaciones asociadas con Al Qaeda.
Cierto que tenemos una amenaza, proveniente de Al Qaeda, que afecta a intereses y ciudadanos españoles en el caso, por ejemplo, de las tropas españolas destacadas en Afganistán, donde sí somos blanco de Al Qaeda, de la acción conjunta Al Qaeda talibán. Ahora bien, en el caso español, a semejanza de otros europeos (por ejemplo, Francia), la principal amenaza en términos de terrorismo global procede de grupos y organizaciones asociadas con Al Qaeda. Entidades afiliadas con Al Qaeda. Es decir, que han expresado acatamiento a Osama Bin Laden, y han expresado también su alineamiento con los objetivos últimos y con los métodos de Al Qaeda.
En el caso español, esta amenaza tiene varios nombres. Quizá el más significativo de todos ellos es el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, una entidad de origen argelino, que progresivamente ha ido ampliando su agenda al norte de África, no sólo al Magreb, sino a los territorios del Sahel, y que además, también recientemente se ha convertido en la extensión regional de Al Qaeda para el norte de África, siendo como es un grupo con abundantes conexiones en distintos países europeos, pero especialmente en los de la Europa meridional y algunos países de la Europa atlántica.
No es el único grupo, hay otros: el grupo islámico combatiente marroquí, crecientemente grupos de origen pakistaní. Es muy interesante, por ejemplo -fíjense qué dato más revelador-: a pesar de que el número de marroquíes residentes en España multiplica por diez al de argelinos, sin embargo, entre los detenidos y enviados a prisión por orden judicial, por asuntos relacionados con el terrorismo yihadista, con el terrorismo internacional; hay tantos argelinos como marroquíes.
Los sirios, que jugaban un papel determinante –hace poco he tenido ocasión de recordarlo con el comisario Ángel Soto, que sabe mucho más que yo de estas cosas, y que está hoy presente en la sala-, que tuvieron un papel determinante en la constitución de Al Qaeda en los años noventa, han ido paulatinamente dejando paso en términos de peso porcentual, de peso específico, a los de origen pakistaní. Y grupos como Lashkar-e-Toiba, autora de los atentados de Bombay, o Suni Terik, otros grupos de esta orientación, están ya presentes en España.
Por último, tenemos también un problema con células y grupúsculos que no mantienen una conexión orgánica ni un seguimiento directo, por parte de la propia Al Qaeda o de grupos asociados con Al Qaeda, y que surgen de manera autoconstituida. Y que, inspirados por los objetivos y animados por los métodos de Al Qaeda, pueden llegar a operar en nuestro país, y de hecho, han venido preparándose para hacerlo. Es el resultado, en buena medida, de esos procesos de radicalización que tienen lugar en distintos ámbitos, dentro de las comunidades musulmanas en España, y que tan magníficamente está analizando, precisamente, en tiempos recientes, el profesor Rogelio Alonso.
Por otra parte, quiero recordarles que hay agua para que este pez nade. Que en el ámbito de las comunidades musulmanas en España, ya sé que hay una encuesta reciente que alivia algo estos datos, pero los diferentes sondeos de opinión pública, los diferentes estudios que tenemos valiosos, con una metodología sofisticada, revelan que en torno al 13% de los musulmanes que viven en España exhiben actitudes, valores, que resultan positivos hacia Al Qaeda, hacia las actividades de Al Qaeda por considerarlas acomodadas a la ley islámica, y en general a la comisión de atentados en defensa del Islam, aunque resulten muertos y heridos civiles.
Bueno, pues ése es, grosso modo, el panorama de fondo. Si quieren, después entramos en algún detalle al respecto. Pero lo que me trae ante ustedes hoy es otra cosa. En relación con esto, ¿cómo venimos respondiendo en España, después del 11 de marzo? Hay otros países que también han sido afectados por algo semejante: Estados Unidos, Reino Unido, Australia, en particular. Y observamos diferencias importantes respecto a la conducta de unos y otros.
¿Acaso somos blandos con Al Qaeda? Y en todo caso, ¿por qué me pregunto si somos blandos con Al Qaeda? Podría preguntarme si somos duros con Al Qaeda.
Pero si me pregunto: ¿Somos blandos con Al Qaeda?, es porque existe en el mundo la idea, bastante generalizada, de que… Bastante generalizada entre las élites políticas, los medios de comunicación, los círculos académicos, los profesionales de la seguridad, de que precisamente España es blanda con Al Qaeda. Es un modelo de país que ha optado por una política blanda hacia el terrorismo global, de apaciguamiento, y no de confrontación. Un modelo, pues, distinto al modelo estadounidense, al modelo británico, al modelo australiano, a otros modelos semejantes.
Esta es una idea que también comparten en España algunos sectores de la oposición política. Y si me permiten, les desgrano [la idea] muy rápidamente. El argumento es básicamente este: después del 11 de marzo, los españoles se sintieron intimidados, muy acobardados. La gente atribuyó los atentados a la presencia de tropas españolas en Iraq. Tendió a transferir la culpa, la dirigió no hacia quienes perpetraron los atentados, sino hacia el Gobierno, que había enviado tropas a Iraq. Lo penalizó electoralmente. Optó por una opción apaciaguadora, que garantizara que se disipara esta amenaza de futuros atentados. Y de hecho, diría el argumento, de hecho, fíjense ustedes: apenas transcurridas cinco semanas desde los atentados de Madrid, y sólo veinticuatro horas después de que el actual presidente de Gobierno tomara posesión, se ordenó el regreso de las tropas españolas de Iraq, con lo que en primer lugar, aparentemente –aparentemente-, el Gobierno español reaccionó al 11 de marzo en el sentido deseado por Osama Bin Laden, de acuerdo con su amenaza pública de octubre de 2003: reaccionó de acuerdo a las predicciones de los estudios estratégicos yihadistas publicados en Internet en Global Islamic Media a finales de 2003. Y reaccionó de acuerdo a como habían requerido los autores del 11 de marzo, que habían exigido el abandono de las tropas españolas de Iraq.
Quienes están convencidos… (Y créanme que esta es la idea más generalizada fuera de nuestro país, y no se nos detrae un ápice por nuestra pasada experiencia de confrontación con respecto a ETA.) Están convencidos de este argumento aquellos que además, miran a otro tipo de iniciativas desarrolladas desde el Gobierno español, y las interpretan en términos exclusivamente de apaciguamiento, como de un modelo apaciguador. Por oposición, insisto, al de confrontación.
Por ejemplo, así interpretan la iniciativa esa de la Alianza de Civilizaciones. Que no es una iniciativa muy conocida, pero sí en algunos ámbitos especialmente cultivados de nuestro entorno.
Por tanto, se dice: hemos capitulado en Iraq. Hemos adoptado una política de apaciguamiento. Todo eso se evidencia de que el Gobierno español actual es blando con Al Qaeda. Y por si faltaran elementos para dar plausibilidad a este argumento, todo un ideólogo de Al Qaeda va y publica en un lugar de Internet un elogio del actual gobierno español, por sus movimientos en este sentido.
Es más, y dicen: por tanto, un gobierno blando con Al Qaeda, una opinión pública favorable a todo eso, que electoralmente se hizo manifiesto el 14 de marzo. Es un ambiente en el que lógicamente, no vamos a encontrar demasiados signos de confrontación en relación al terrorismo global. Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, han introducido después de Bali, después de Nueva York, después de Londres, nueva legislación antiterrorista. España no ha introducido nueva legislación antiterrorista.
Y además, se dice: fíjense que todo esto condiciona la labor de otras instituciones. Por ejemplo, la condena a los dirigentes, hoy miembros de Al Qaeda, de la primera célula de Al Qaeda en España, ha sido interpretada mundialmente como una condena muy blanda. O incluso se han dado casos de sentencias que al final han puesto en libertad a individuos que sí han estado en Afganistán y sí han asistido a campos de entrenamiento, y han estado y han acudido a observar el adoctrinamiento y el entrenamiento proporcionado por los talibán. Unos grupos, un movimiento alineado, asociado formalmente con Al Qaeda.
Se nos dice además: en todo el mundo, en Australia, en Estados Unidos, en el Reino Unido, se están fortaleciendo los controles fronterizos, porque la inmigración ilegal está muy asociada a la penetración y a la mimetización de individuos de origen terrorista. España es justamente lo opuesto: en España se produce un proceso de regularización masiva de seiscientos mil inmigrantes ilegales, incluidos trescientos mil de origen musulmán.
Entiendan que el argumento que se hace de nosotros es un argumento muy poderoso. Muy poderoso. Y que por tanto, merece la pena pararse un momento a pensar en qué medida estos elementos y algún otro que voy a añadir pueden ser razonablemente discutidos como adecuados para lo que entiendo es la política gubernamental en materia de prevención y lucha contra el terrorismo internacional.
No voy a entrar ahora en la reacción de la sociedad española, al asunto en si es una sociedad apaciguadora o no. Solamente recordarles que el margen de victoria del Partido Socialista el 14 de marzo fue un margen de apenas unos pocos puntos porcentuales -no estamos hablando de un gran vuelco electoral-, que continuaba una tendencia de voto que se venía detectando en las semanas anteriores.
No voy a recordarles que la opinión pública sí, en los meses siguientes al 11 de marzo, atribuyó los atentados causalmente a la presencia de tropas en Iraq, y exclusivamente a eso, pero que progresivamente, ha ido evolucionando. Y hoy, por ejemplo, ya llevamos más de un año durante el cual entre el sesenta y el setenta por ciento de los españoles considera que el terrorismo internacional es para nuestro país no una amenaza grave, sino extremadamente grave. Ha habido, pues, un reposicionamiento.
No van a dejar nunca de preocuparme la falta de algunas reacciones que sí alimentarían la tesis de esa sociedad apaciguadora. Por ejemplo, a mí siempre me remueve el pensar cómo es posible que el GEO que murió en el segundo atentado… Porque España ha tenido no uno, sino dos atentados de terrorismo relacionado con Al Qaeda: el primero, el 11 de marzo, y el segundo, el 3 de abril, en Leganés; un atentado en toda regla. Los terroristas fueron a inmolarse, pero a causar el mayor daño posible. Y de hecho, mataron a un policía. Un agente de los Grupos Especiales de Operaciones, que recordarán.
Y siempre me ha llamado la atención que a pesar de que su cadáver fue profanado, de acuerdo con un ritual takfir, y brutalmente profanado, apenas hubo reacción de repulsión o reacción alguna respecto a este asunto.
Por lo demás, el verdadero impacto social del 11 de marzo, como saben todos ustedes, ha sido el dividir a la sociedad española, el dividir a las élites, dividir a los partidos, y dividir hasta a las víctimas del terrorismo.
Básicamente, en función de la atribución de responsabilidades o de quién estaba en última instancia detrás, qué conspiraciones lo explican, ese tipo de cosas. Todo gran atentado tiene sus teorías conspiratoriales, y el 11 de marzo no fue menos.
Pero permítanme muy brevemente entrar en el tema de Iraq, en el tema de la alianza de civilizaciones, y en el de la adaptación a nuestras estructuras de seguridad interior a la amenaza del terrorismo islamista, que son los tres grandes ámbitos de los que podemos hablar cuando tratamos de dar sentido a la política gubernamental en esta materia.
¿Se cedió ante Al Qaeda saliendo de Iraq? Bueno. Para responder a esta pregunta, creo que, en primer lugar hay que recordar algo evidente: la salida de Iraq era un compromiso político adquirido, todos sabemos, por el actual presidente del Gobierno, desde prácticamente cuando se enviaron las tropas. Era un compromiso adquirido, y además reiterado durante la campaña electoral. El PSOE nunca consideró que la invasión y ocupación de Iraq tuviera que ver nada con un plan antiterrorista, y tampoco consideró legal la invasión y ocupación de Iraq.
Por lo tanto, difícilmente puede acusarse al presidente del Gobierno español, o al Partido Socialista, de complacencia con el terrorismo o de ser blandos con Al Qaeda, por haberse opuesto a esta invasión o por querer sacar las tropas de Iraq.
Puede afirmarse que la decisión de abandonar Iraq fue una respuesta a un compromiso adquirido, y entiendo perfectamente que hubiera sido muy costoso para el Partido Socialista el no haber cumplido ese compromiso. Pero caben algunas cautelas. Y cabe alguna reflexión al respecto.
Por ejemplo, cabe preguntarse si esta respuesta, que está ajustada a ese compromiso político, que está ajustada a una ética de la convicción, por utilizar términos s los que les gusta referirse el entorno del presidente del Gobierno, fue una decisión ajustada también a la ética de la responsabilidad.
Y esto, en función de dos elementos, que creo inexcusables a la hora de evaluar esa decisión. Y tienen que ver con las cambiantes circunstancias, tanto en Iraq como en España, entre la adquisición del compromiso de sacar las tropas y el momento efectivo en el que salen las tropas. ¿Qué quiero decir?
Pues miren: en el momento en el que el presidente del Gobierno español ordena salir a las tropas de Iraq, seguimos sin tener ninguna evidencia de la relación entre Sadam Husein y Al Qaeda. Pero para ese momento, ya Al Qaeda está plenamente operativa en Iraq, a través de Unicidad de Dios y Guerra Santa, que después se transformará en la Organización de Al Qaeda para la Guerra Santa en el País de los dos ríos, y Ansar al-Sunna, su derivación, Ansar al-Islam, etcétera, etcétera.
Y la mayor parte de sus víctimas, además, son la población local, después de desintegrado el estado, desintegrados sus aparatos de seguridad; la única posibilidad de seguridad frente a esta situación era la que proporcionaban las tropas internacionales desplegadas en el país.
Esto, me he preguntado muchas veces si pudo haber sido tomado en consideración por el presidente del Gobierno antes de tomar su decisión y ejecutarla sólo veinticuatro horas después de asumir el cargo.
Incluso el obispo caldeo de Bagdad pidió a España y a otros países que no hiciéramos ese tipo de cosas, y lo argumentaba diciendo: “Nosotros estábamos contra la guerra -nosotros, los iraquíes- desde el inicio. Pero ahora es importante que los contingentes extranjeros se queden en Iraq, si nos abandonan sería peor, dada la situación general de desintegración del estado, de las estructuras de seguridad y de la galopante acción violenta, tanto de la resistencia como de los grupos terroristas vinculados con Al Qaeda”.
Sin embargo, el presidente del Gobierno español no tomó en consideración estos cambios, y de hecho, durante una visita oficial a Túnez, meses después, hizo un llamamiento a que otros países siguieran el ejemplo español.
Yo me pregunto qué hubiera ocurrido si el resto de los países que estaban en Iraq en ese momento hubieran seguido el ejemplo español. Dada, insisto, la actividad terrorista, la creciente presencia de Al Qaeda, y la situación de caos general.
El otro elemento que se introduce como nuevo son los atentados del 11 de marzo. Entre el compromiso adquirido y la decisión efectiva ocurren los atentados del 11 de marzo.
Y claro, pese a que era bien previsible que la salida de Iraq iba a ser celebrada por Al Qaeda y por sus entidades como una gran victoria (la batalla de Madrid fue un éxito, decían en sus propias palabras), pues no se adoptó ninguna cautela ni en términos de tiempo, ni de explicaciones para que esta atribución propagandística por parte de los terroristas fuera un hecho, ni tampoco para que el conjunto de la sociedad de nuestro entorno fuera a entender otra cosa que la existencia de una relación directa inmediata de los atentados y la salida de las tropas. Otros países no han hecho las cosas con el mismo tempo, con la misma cadencia, por ejemplo, Italia. Y por tanto ni han dado tanto pábulo a los terroristas, ni se han ganado una reputación internacional como apaciguadores o como gobiernos que han cedido al chantaje de los terroristas.
Hay otros factores, sin embargo, que permiten contrarrestar esta imagen de España y del Gobierno español. Los terroristas del 11 de marzo, no sólo exigían a España que saliera de Iraq. También exigían a España que saliera de Afganistán. Y no sólo no salimos de Afganistán, sino que el número de soldados españoles en este país se multiplicó por seis en el verano de 2004.
Esto sería un dato que refutaría el hecho de que el Gobierno español capituló ante los terroristas, ante Al Qaeda tras el 11 de marzo.
Cabe, sin embargo, debatir por qué abandonamos otro tipo de iniciativas internacionales, a pesar de contar con un respaldo de Naciones Unidas. Por qué abandonamos Libertad Duradera, por qué abandonamos otro tipo de iniciativas colectivas.
Y cabe también debatir sobre las razones que nos llevan a excluir del discurso político, sistemáticamente en España, la función antiterrorista que implica la presencia de nuestras tropas en algunos lugares del mundo. Como por ejemplo, Afganistán, donde si estamos es, sencillamente, porque se trata de que el país no vuelva a caer en manos de los talibán y a erigirse en santuario de Al Qaeda.
La Alianza de Civilizaciones, esta idea a la que aludía antes como muestra, se dice, de esa política, como expresión de esa política apaciguadora. Como saben, es una iniciativa planteada ante la Asamblea de Naciones Unidas, seis meses después del 11 de marzo, por parte del presidente del Gobierno español. Y es una iniciativa que de antemano les digo que ha contribuido de manera muy significativa a mejorar la imagen de España en el mundo islámico.
Una imagen de España que estaba en ese mundo muy deteriorada por alineamiento con Estados Unidos en la guerra de Iraq, y también a través de la propaganda emitida por parte de Al-Jazeera, como consecuencia del encarcelamiento y de la sentencia condenatoria de la Audiencia Nacional contra un miembro de la primera célula de Al Qaeda en España, que resultó ser el primer periodista que entrevistó a Bin Laden, curiosamente, después del 11 de septiembre, y que es un ciudadano español, de origen sirio, y de nombre Tayseer Allouni, y todos ustedes lo conocen bien. Y que ha hecho proclamas, tanto él personalmente como Al Jazeera, proclamas suyas que ha leído Al Jazeera, en el sentido de que cada vez que la policía española interviene redes de terrorismo islamista, está en realidad actuando acosando a las comunidades musulmanas en nuestro país.
Dicho esto, el montón de apoyos que ha concitado la Alianza de Civilizaciones dista mucho de ser satisfactorio. Hay menos de cuarenta gobiernos que la han respaldado, y algunos no contribuyen a darle crédito.
Especialmente, algunos del mundo islámico donde no está ni siquiera permitido erigir un templo judío o cristiano.
Tampoco creo que el copatrocinador, el primer ministro turco, haya dado a la iniciativa el crédito necesario, especialmente con las renuencias a recibir al Papa en visita oficial, que sólo han sido aliviadas, y muy parcialmente, de manera tardía.
Pero además, es que creo que hay problemas serios de concepto. Y que tienen implicaciones que no debemos desdeñar.
En primer lugar, es muy discutible que en este momento de la historia el conjunto de la Humanidad, o cada uno de nosotros, podamos ser ubicados en una u otra civilización, en uno u otro ámbito civilizatorio.
En segundo lugar, fíjense que la Alianza de Civilizaciones está formulada como una Alianza de Civilizaciones, literalmente dice así, “entre el mundo occidental y el mundo árabe e islámico”. Claro, yo creo que esto es una desviación etnocéntrica que subraya una fractura especialmente interesante, o especialmente preocupante, para el mundo occidental. Pero no les comento lo que piensan los hindúes o lo que piensan los chinos de esta formulación. Y son una gran parte de la Humanidad, no lo olviden ustedes. Y además tienen sus propios problemas, con el mundo islámico. Y a veces, más victimizados que nosotros, como el caso de los indios. De los hindúes, perdón.
La Alianza de Civilizaciones está formulada desde el inicio aludiendo al terrorismo global, y después del 11 de marzo. Y es cierto que el eco que subyace detrás es el apostar por una serie de iniciativas de carácter colectivo, y que no hagan tanto énfasis en el uso de medios militares. Pero en el momento en que se formula (septiembre de 2004), ya es evidente que la mayoría de los blancos y la inmensa mayoría de las víctimas de Al Qaeda y de sus grupos y organizaciones afiliadas, son musulmanes.
Por lo tanto, hay un desajuste entre la formulación y la realidad ya del terrorismo internacional, para entonces.
Creo además que haber planteado la Alianza de Civilizaciones afirmando, por ejemplo (y digo textualmente palabras del discurso del presidente del Gobierno, en Nueva York): “Se puede y se deben conocer sus raíces [las raíces del terrorismo]”. Creo que es problemático, porque primero, estas palabras encajarían muy mal en el discurso político sobre ETA.
Y el Gobierno español, oficialmente no pone adjetivos al terrorismo.
Pero incluso si hablamos del terrorismo internacional, creo que es muy difícil remitirnos a raíces o causas últimas, salvo que el catálogo de éstas sea demasiado extenso e inabarcable.
Y en cualquier caso, tengo a veces la impresión de que relacionar terrorismo con desigualdades económicas, pobreza, o con conflictos regionales, como se hace, al calor de la Alianza de Civilizaciones, así en genérico, es algo que involuntariamente puede proporcionar justificaciones para la violencia. Y añadiré que después de lo que ha sido el informe presentado por el Grupo de Alto Nivel que ha desarrollado esa Alianza de Civilizaciones, también entiendo problemático que tratándose de una respuesta a un fenómeno de terrorismo internacional, relacionado con Al Qaeda, se haya hecho énfasis por parte del presidente del Gobierno español y el presidente turco, del primer ministro turco, en el conflicto árabe-israelí.
Porque, claro, porque el actual terrorismo global, ni surgió allí, ni evolucionó allí. Sino donde confluyeron el wahabismo saudí y la “yihad” afgana.
Otra cosa es que Osama Bin Laden y Ayman al-Zauahiri hayan tratado y estén tratando de beneficiarse de la disputa de Oriente Medio y del conflicto árabe-israelí. Pero yo creo que no hay por qué facilitárselo con diagnósticos que den pábulo a sus pretensiones.
El tercer ámbito que merece la pena subrayar en relación con la respuesta española a Al Qaeda es el que creo que es más consistente. Es el que tiene que ver con la adaptación de nuestras estructuras de seguridad interior, para hacer frente como es debido a este terrorismo. Es el menos conocido fuera de nuestras fronteras, pero es uno que especialmente interesa subrayar hoy.
Es algo desarrollado… Así como en los anteriores verán ustedes que el protagonismo es del presidente del Gobierno, que es en quien recae la responsabilidad última en materia de política antiterrorista, pero permítanme que les recuerde que nuestro gobierno en España es un gobierno colegiado. Colegiado.
La institución central en materia de política antiterrorista es el Ministerio del Interior. Y es ahí donde se han llevado a cabo las iniciativas más sólidas en materia de política, frente al terrorismo internacional. Básicamente en términos de incremento de capacidades de información y de inteligencia, que en buena medida empiezan ahora a rendir sus resultados: reforzamiento de la coordinación entre agencias estatales de seguridad; temas como la creación del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista; de que por primera vez haya bases de datos mutuamente accesibles entre cuerpos, que se acabe ya con esa idea de que cada cuerpo tiene su propia base de datos, es algo incompatible con el principio del interés público. Ya tenemos planes especiales de prevención y protección antiterrorista, específicamente pensados en relación con el terrorismo internacional, por ejemplo, aquellos que tienen un componente de prevención y protección, frente a atentados nucleares, radiológicos, biológicos o químicos. Y se ha potenciado la cooperación internacional, en nuestro entorno de la Unión Europea, preferentemente con Francia, lógicamente. Pero bueno, el GSPC es –por ejemplo- una amenaza compartida.
Se ha potenciado la cooperación con el norte de África, muy especialmente con Marruecos, como es también lógico. Y, por supuesto, con Estados Unidos, que después de algunos altibajos en los últimos meses, ha vuelto a repuntar con fuerza, en buena medida, creo que por el buen conocimiento y gestión de estas cuestiones del comisario Miguel Valverde, al frente de la Comisaría General de Información.
Hay una discusión importante, posible, sobre por qué no ha habido ningún cambio legislativo en España otro que el relativo a sustancias explosivas, o lo que supone la transposición de decisiones de la Unión Europea, de los consejos JAI a nuestro país. Quizá aquí fiscales y profesionales, en general, tienden a decir que las disposiciones del Código Penal, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, son suficientes a estos efectos y que no hace falta de momento introducir más elementos. Quizá hay elementos de otras legislaciones que sin vulnerar derechos y libertades pueden acomodarse mejor a las especificidades del fenómeno terrorista concreto al que estamos asistiendo en la actualidad.
Y desde luego también, permítanme recordarles que hay otras iniciativas en materia de prevención y lucha contra el terrorismo internacional que se han desarrollado en otros ámbitos aparte de Interior, por ejemplo, Exteriores; por ejemplo, Justicia (con la Dirección General de Asuntos Religiosos); Economía y Hacienda, el Banco de España, por temas de financiación del terrorismo.
Por tanto, uno diría, en general, verdaderamente, no puede afirmarse. Somos uno de los cuatro países europeos, con Francia, Reino Unido e Italia, que más individuos ha detenido en los dos últimos años, por su vinculación a actividades relacionadas con el terrorismo yihadista. Y esto, a su vez, es un elemento que nos ha hecho demasiado visibles de cara a estos sectores, y que nos genera particular animadversión por parte de ellos.
Por tanto, en conjunto, no creo que podamos decir que España es blanda con Al Qaeda. Pero sí es evidente que hay disonancias en el discurso, y posibles disonancias también en la acción de distintos ámbitos gubernamentales. Creo que el hecho de que el presidente del Gobierno introduzca una serie de iniciativas, que después implementan los ministerios, pero que proceden de Moncloa, es una actitud en materia de política antiterrorista quizá inusualmente presidencialista. Tiene mucho que ver con una carencia que tiene España, y que no tienen otros países del mundo occidental (y lo van a comprobar enseguida, aunque uno pueda discutir los términos); pero España no tiene algo que Estados Unidos, por ejemplo, tiene, que es una estrategia nacional, coherente, integrada, interdepartamental, formalizada, a la que atenerse a la hora de hacer frente a este terrorismo internacional.
Muchas gracias.
Zaragoza, 30 de noviembre de 2006.