13 febrero 2011

HISTORIA DE LA FILOSOFIA, DESCARTES, PARTE IV DEL DISCURSO

Os pongo el final de un post en el que yo había recopilado lo que he ido escribiendo sobre Descartes en el blog a lo largo de los últimos cursos. Lo que pongo aquí es una especie de resumen/comentario de la Parte IV:

Aplicando el método obtiene los fundamentos de las ciencia, las raíces o verdades metafísicas (dice él).


¿Qué es lo primero que Descartes conoce como seguro: después de haberlo puesto todo en duda (lo que se llama duda metódica), a fin de que no se le cuele ningún error, a fin de que no haya ningún resquicio en el edificio ordenado del saber?

Sabemos que encuentra motivos para dudar de los sentidos, que nos pueden engañar; sabemos, igualmente, que muchas veces resulta difícil distinguir nuestra vida normal cuando estamos despiertos de las cosas que vivimos (por así decirlo) cuando tenemos un sueño. ¿Por qué no pensar que nuestra vida sea un sueño, como en la obra de Calderón de la Barca? Igualmente podemos suponer (el mismo Descartes, gran matemático, lo supone) que podemos equivocarnos a la hora de efectuar razonamientos matemáticos. Claro, por este motivo se precisa el cuarto precepto (regla, instrucción) del método que nuestro filósofo propone: a fin de que podamos enumerar, volver sobre los pasos, repasar para ver que no se ha omitido nada, que no se ha saltado ningún paso en el proceso de razonamiento.

Hasta incluso, finalmente, podemos imaginarnos que el universo está controlado no por un dios bondadoso (el de la religión cristiana) sino por un dios malvado o genio maligno que hace que me equivoque en cada una de las cosas que yo creo conocer.

Entonces, para no dejar que se me pase nada, he llegado a dudar de todo, mi duda se ha hecho "hiperbólica", es decir: extrema, exagerada. Pero no podemos olvidar que esta duda es sólo una herramienta, un instrumento, una duda "metódica" o procedimental que Descartes maneja con el fin de edificar el conocimiento científico y filosófico.

¿Es posible salir de ahí? ¿Es posible que poniéndolo todo en cuestión (entre paréntesis) me vaya a quedar algo claro... y distinto, evidente, verdadero, cierto, indudable, etc., etc., como es la pretensión del filósofo francés?

¿Y por qué no?

Hemos de darnos cuenta de que si sólo sé que no sé nada (decía Sócrates, el maestro de Platón) algo por lo menos sé: que no sé nada. Vale. Se admite: es poco, pero algo es. Menos da...

Dudando de todo, lo único que resta como verdadero es mi pensamiento que duda (pues dudar consiste en pensar: en pensar si me quedo con esto o con lo otro, sin llegar a decidirme, suspendido en mi duda, como si estuviera columpiándome), y así "intuyo" o conozco inmediatamente que soy (pienso luego soy, existo).

Esto no es algo que se pueda "deducir" con argumentos complicados, sino -reiteremos- de una manera inmediata y directa, en el mismo momento en que dudo. Dudo, pienso, soy.

De esta primera verdad que conozco no me puede sacar nadie, ningún escéptico extravagante (dirá Descartes).

Un par de aclaraciones: los escépticos son los que dudan de que el conocimiento sea posible. O sea: que sostienen que no hay conocimiento, ni ciencia, que nada podemos saber con seguridad ni en nuestras vidas ni en nuestras ciencias. Lo que es un asunto muy serio para los seres humanos. ¿No?

Otra cosa: "intuir" es captar una verdad evidente, es ver algo claro y distinto, indudable, según se dice en la primera regla del método. "Deducir", por su parte, es ir encadenando o eslabonando unas verdades con otras, ir trabando unas razones con otras para obtener razonamientos verdaderos.

Podríamos hacer una comparación gráfica: intuir es como la bombilla sobre la cabeza, la luz que súbitamente se enciende en nuestro cerebro, Eureka! Deducir es algo más lento, más pesado, ordenado... metódico. Podría ser una sucesión de luces = de verdades evidentes unidas unas con otras, desde la primera a la última.

Volvamos a lo nuestro:

Y como pensando soy (¿cómo no voy a ser, a existir, si pienso; si en realidad es lo único que sé, lo único que soy?), conozco también cuál es mi realidad esencial, mi naturaleza, mi definición: soy una cosa pensante (una "res cogitans"), una naturaleza, sustancia o realidad mental que consiste, por ahora, en los pensamientos o "ideas" que tiene, que pueden ser de muchos tipos.

De estas ideas he descubierto, primero, la idea de mí mismo, de mi ser como una realidad que piensa (pienso luego soy), pero, a continuación, puedo observar en mí otras ideas.

Obsérvese que la definición de Descartes del ser humano como siendo una "cosa pensante" no está lejos de la definición antigua del ser humano, del que se decía que era un "animal racional", ni está lejos de la definición biológica del ser humano moderna, en la que el ser humano es clasificado como "homo sapiens".

Téngase en cuenta, por otro lado, que lo único que sé con evidencia es que mi personalidad consiste en pensar, no (ni mucho menos) en poseer un cuerpo, aunque me duela.

¿Esto por qué? Debe ser evidente: porque decidí dudar de todo, es decir, que decidí sospechar acerca de los sentidos, y de las informaciones que éstos parece que me dan acerca de mi cuerpo y de otros cuerpos ajenos a mí o exteriores.

Es decir, que, ni más ni menos, decidí dudar de todo el mundo exterior (me pueden engañar los sentidos, puedo estar soñando sin saberlo, me puede tender una trampa malvada el genio maligno).

No nos perdamos:

¿Qué ideas encuentro en mi mente?

Una de ellas es la idea de Dios, la idea de un ser infinito y perfecto, que no puede proceder de mí. Y no puede proceder de mí, en primer lugar, porque yo, que soy imperfecto (la prueba de ello es que he conocido mi existencia dudando; esto es, manifestando una imperfección de mi pensamiento, de mi inteligencia, de mi saber), yo no he podido engendrar algo perfecto.

La explicación de Descartes es algo más complicada, al respecto de este asunto de Dios, realmente. Depende de una especie de axioma o principio del pensamiento: que consiste en que Descartes supone que debe haber una especie de "proporción" o equivalencia entre la causa de un hecho y ese hecho (efecto, consecuencia).

Así, Dios, que es lo más grande (debemos recordar que la formación filosófica de Descartes es tradicional, cristiana, teológica), no puede venir de algo que sea inferior a Él, a Dios: en saber, en poder, en bondad.

Pero realmente no debemos ser creyentes para darnos cuenta de que algo de verdad existe en el argumento de Descartes: pues los seres humanos conocemos que tenemos límites, que no somos perfectos, ni mucho menos. De hecho, si la idea de Dios, que es un ser perfecto, infinito, que todo lo sabe y puede, hubiera venido de nuestras mentes, entonces, dice Descartes, ¿cómo es que nos hemos hecho tan mal, tan imperfectos? Es como tener el plan de la casa de nuestros sueños... y hacer en su lugar un engendro. ¿Por qué? A lo peor es que no éramos arquitectos!

Además, y éste también es un argumento fundamental o prueba filosófica que emplea Descartes para sostener que Dios existe: cuando pienso en lo que significa realmente el nombre o idea de Dios he de darme cuenta de que no puedo pensar más que en que no puede no existir.

¿Cómo? Sí, que tiene que existir. ¿Cómo es eso? Muy sencillo: algo perfecto tiene que existir, porque si no... no es perfecto. El argumento puede ser tramposo, pero eso no viene ahora a cuento, sino que Descartes señala (esto sí viene a cuento) que tengo que reconocer que Dios va unido a su existencia con la misma evidencia con la que reconozco que un triángulo tiene (sus ángulos internos suman) 180 grados.

Simplificando, una vez que conozco que Dios existe, resulta mucho más sencillo apuntalar (asegurar, avalar, garantizar) mi conocimiento del mundo, mis ideas de la verdad, de la evidencia, de la claridad y la distinción, etc., de modo que mis razonamientos, bien ordenados o encadenados, sirven para construir un nuevo y firme edificio de la ciencia, en el que se incluye de manera fundamental la Física, el estudio de los cuerpos, del espacio y del movimiento, lo que Descartes denomina "res extensa".

Hemos de reconocer, sin embargo, que hemos llegado a un lugar filosófico extraño, por dos razones, como mínimo:

a) En primer lugar porque el filósofo francés nos pidió que dudáramos de nuestra tradición, antes de pedirnos que dudáramos de nuestras facultades mentales, que dudáramos a fin de apuntalar bien el edificio de la ciencia. Eso supone, en principio, dejar de pensar en términos religiosos, teológicos, que era lo que había estado haciendo la filosofía tradicional: que había estado subordinando las teorías filosóficas a las necesidades de la fe. Y ahora, vemos, para nuestra filosófica sorpresa, que Dios retorna al primer plano de la actualidad filosófica en Descartes. Algo extraño. De verdad.

b) En segundo lugar, ese Dios que ha sido demostrado filosóficamente le sirve a Descartes para que podamos dejar de dudar definitivamente; cuando la verdad es que habíamos empezado poniendo en duda absolutamente todo, sospechando absolutamente de todo, no creyendo en nada a fin de no ser engañados. Si esto lo ponemos en positivo, lo que está sosteniendo ahora el filósofo francés es que Dios garantiza que no nos equivoquemos. O sea: que Dios no es un genio maligno, sino que es un ser perfecto, y por eso no puede engañarnos en nuestras facultades mentales, cuando vemos el mundo, cuando nos hablamos, cuando efectuamos razonamientos, cuando meditamos, etc., etc.

Es decir: que si los sentidos me enseñan un mundo exterior, si veo algo más que mi propio pensamiento, si voy más allá de saber que "yo pienso, yo existo" y sé además que soy un cuerpo, que existen otros cuerpos y otros seres que piensan y existen, todo esto depende de que ese Dios perfectísimo me garantiza que mis conocimientos sean evidentes, es decir, me garantiza la primera regla del método.

Y aquí está el problema. Porque el método y sus reglas lo había aplicado Descartes primero a las matemáticas y luego a la filosofía, para obtener verdades firmes y fundamentales, para hacer crecer el "árbol de la ciencia". Una de las cosas a las que había aplicado la regla de la evidencia, y todas las demás del método, era a la idea o representación de Dios que tengo en mi mente, en mi espíritu.

Pues bien, la aplicación rigurosa del método había permitido concluir que Dios existe. Y, sin embargo, ahora, es ese mismo Dios, que yo he demostrado, el que demuestra que mis razonamientos, entre ellos el que lo demuestra, son correctos y verdaderos; el que demuestra que la regla de la evidencia sea verdadera y útil. Y esto es un círculo lógico, algo que no se puede permitir el pensamiento.

¿Cómo ha ocurrido?

Atrévete, XXV

San Valentín.

10 febrero 2011

HISTORIA DE LA FILOSOFIA, CUESTIONES PARA EL EXAMEN PROXIMO

CUESTIONES POSIBLES DE DESCARTES, INDICANDO LAS PÁGINAS CORRESPONDIENTES DEL TEXTO:



PARTE II
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LAS COMPARACIONES. ARQUITECTURA, URBANISMO, JURISPRUDENCIA, PP. 76-79


CUÁL ES Y CUÁL NO ES LA INTENCIÓN DE DESCARTES, Y POR QUÉ SE PONE EN MARCHA, PP. 79-81


DE DÓNDE EXTRAE EL MÉTODO Y SUS REGLAS, PP. 81-82


DÓNDE SE APLICA EL MÉTODO Y CON QUÉ RESULTADOS, PP. 83-85



PARTE IV
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LOS MOTIVOS DE LA DUDA, PP. 94-95


LA PRIMERA VERDAD: PIENSO LUEGO SOY, PP. 95-96


ARGUMENTOS PARA DEMOSTRAR LA EXISTENCIA DE DIOS, PP. 96-98


LO QUE DIOS GARANTIZA, LA EXISTENCIA DE LOS CUERPOS, QUE NO SOÑAMOS, PP. 98-101

09 febrero 2011

Historia de la filosofia, 2º bach.

Repito:

Para el próximo examen, Descartes:

Las dos partes que se han leído/comentado en clase. Preguntaré por partes, según el esquema que se puede hacer de cada una de ellas. Según el que hicimos para la Parte II, y según el que se puede hacer para la parte IV: Argumentos para la duda, y luego las Demostraciones de las tres Sustancias...

Más la relación con Platón. Se trata de, con un párrafo de enlace, efectuar una comparación, similitudes y diferencias, con las teorías de Platón. Para lo cual hay que saberse Platón, pero no preguntaré ningún símil en concreto.

Más el vocabulario cartesiano. Que puede ser cualquier término/expresión del texto...

Quedo a su/vuestra disposición para que me envíen cualquier duda o trabajo que vayan haciendo...

06 febrero 2011

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA, 3º ESO A y B

Recuerdo:

Una hora dedicada a la lectura del libro de texto y explicaciones. Otra hora (o sea la siguiente semana) dedicada a la realización de actividades (comentarios de texto que vienen en el libro, o las actividades de repaso que vienen al final. Se prefiera la calidad de lo hecho a la cantidad (una hoja está bien por clase): buena letra, bolígrafo azul o negro, cuatro o cinco líneas por respuesta a cada pregunta (que se copia). Quien realice razonablemente las actividades, explicando, contando coherentemente, aprueba. Quien no, no.

Platón, Vocabulario

En cuanto pueda lo compraré para el centro, para consultar lo que nos interesa.