26 abril 2008

FILOSOFIA 2º BACHILLERATO, COMENTARIO FILOSÓFICO DE UN TEXTO LITERARIO

El poema de Juan Ramón Jiménez lo he sacado de aquí, donde viene comentado literariamente, pues se trata de un examen de selectividad, en Cataluña.

María Zambrano pide que no separemos la filosofía de la poesía; es decir, que no separemos las dos facetas del logos, de la palabra: pues el logos, la razón, la inteligencia humana, lo mismo sirven para hacer ciencia y técnica y vivir mejor en el mundo (materialmente, podríamos decir) que para imaginar metáforas, obras literarias o artísticas que podrían satisfacer (si así se pudiera expresar) necesidades espirituales o religiosas, que tienen más que ver con el fondo o abismo oscuros y existenciales de la naturaleza humana.

Debemos considerar que si María Zambrano estima que es posible efectuar esta síntesis entre poema y filosofía será porque también las poesías se prestan al juego, que son filosóficamente relevantes e interesantes. Veamos un ejemplo de JRJ, cuya lectura filosófica (puede haber infinitas) vamos a ir intercalando entre los versos (perdón por el atrevimiento) del Nobel español.

Veamos:

Juan Ramón Jiménez, Eternidades:

¡Inteligencia, dame

Es decir, razón---

el nombre exacto de las cosas!

Es decir, el concepto, la realidad o la idea verdadera---

… Que mi palabra sea

Que mi concepto o idea sean---

la cosa misma,

Que mi mente haya podido alcanzar la verdad, la realidad---

creada por mi alma nuevamente.

Recreada por mi inteligencia: conocida de nuevo ("la cosa misma"), puesto que sabemos por Platón que el alma habitó en un lugar más allá del cielo donde tuvo que conocer las Ideas (Bien, justicia, Belleza). Aunque se debe recordar que la opinión de Nietzsche era muy opuesta en este tema! Igualmente vemos en Descartes cómo es re-creada o edificada de nuevo la ciencia, después de que todos los saberes hubieran sido puestos en duda, por estar mal fundamentados, igual que está mal cimentado un viejo edificio---

Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;

Naturalmente: porque si mi inteligencia ha logrado encontrar un método adecuado (limitado a unas pocas reglas seguras y fructíferas), sobre todo si ese método se basa en un saber tan exacto, riguroso y productivo como el que se conoce y practica en las matemáticas, no ha de ser difícil encontrar una ciencia (con un método, con unas reglas) cuyas verdades convenzan a todos, porque sean objetivas y verdaderas. También podrá hacerse una política científica, que es justa porque se basa en conceptos científicos sobre el Bien, como ocurre en Platón

que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;

"los que ya las olvidan": Lo mismo podemos pensar, siguiendo a Platón, en que el alma se ha olvidado del verdadero mundo inteligible de las Ideas, cuando ha caído del mundo más allá del cielo (en el que estaba originalmente, entregada a la contemplación de las Ideas) para reencarnarse en un cuerpo (se trata, esto, de un mito de Platón), que también podemos pensar en que es toda la filosofía la que se va olvidando de la verdadera realidad: concreta, material, sensorial, experiencial. Esto último es lo que sostiene María Zambrano, cuando piensa que la filosofía y la ciencia, por el hecho de que han planteado métodos de conocimiento para conocer y dominar las cosas (ciencia + técnica, tecnología, tecnociencia... ) han ejercido violencia sobre la realidad concreta, forzándola y obligándola a dar lo que las cosa concretas, o las personas concretas, no estarían dispuestas a dar de su natural. Recordemos que Nietzsche sostiene, al fin y al cabo, lo mismo: los conceptos de la razón de los filósofos destruyen y matan la realidad, la momifican, embalsaman, y los sistemas de ideas de los filósofos son telas de araña. Nada más.

que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…

"que por mí vayan todos": que mi método sirva. Es lo que piensa Descartes (ya lo hemos dicho), pero también es lo que pensaría Platón, que para eso educa a una casta de filósofos para que gobiernen con justicia (con arreglo al bien, el orden y el establecimiento del lugar de cada uno en esa sociedad tan bien ordenada). Y también es lo que pensaría María Zambrano, que propone su método de la "razón poética" a fin de integrar los puntos de vista que eran puramente racionalistas (Platón y Descartes) -y que habían sido denunciados por Nietzsche por esa causa de que eran nada más que racionalistas; es decir, construcciones mentales- con los puntos de vista nacidos de una consideración poética de las cosas.

Y no se trata de algo realmente diferente de lo que hacen los filósofos (según ellos, los filósofos) lo que está diciendo aquí JRJ: pues igual que la filosofía es un "amor al saber" (es lo que significa, en principio, la palabra griega "filo-sofía": un amor o amistad que tiende hacia las cosa, igual que la flecha al blanco), la poesía, según JRJ, y según María Zambrano, contiene amor a las cosas, y de más calidad todavía que el amor puramente intelectual en que se ejercita el filósofo: porque el poeta en ningún caso va a ir a olvidarse de las cosas concretas, y volver a cometer el error que cometía el filósofo y que consistía, recordemos, en imponer un orden intelectual que hacía violencia sobre las cosas concretas, las de los sentidos, los seres de carne y hueso (si de personas se trata).

¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

Por último, la poesía, igual que la filosofía, no ha de contentarse con menos que con todo: lo mismo la subjetivo, que es la persona de cada cual, que lo objetivo, todo lo restante: el mundo, el universo en pleno. Pero de otra forma: porque mientras la filosofía fabrica redes de conceptos que superpone sobre las cosas concretas, ejerciendo fuerza y dominio sobre ellas, la poesía ha de mostrarse mucho más pasiva y receptiva, apegarse a esas realidades concretas y, con el fin de conocerlas mejor, tales y como son, desplegar redes, pero de metáforas, que representan un uso del lenguaje mucho más pacífico, entregado a la gracia de las cosas.

No hay comentarios: