01 abril 2014

HISTORIA DE LA FILOSOFIA, RELACION ENTRE MARX Y LOCKE

Se puede contrastar lo que sostienen Karl Marx y el teórico del liberalismo inglés John Locke, en torno al tema de la relación del ser humano con la naturaleza y a cómo surge la vida social desde el estado de naturaleza, desde la condición viviente de los seres humanos.
La respuesta que uno y otro pensador dan a estas cuestiones constituyen la razón de que su tratamiento del trabajo, y en general, de la actividad económica, parezcan diametralmente opuestas. Así, Locke puede ser concebido como uno de los autores fundacionales del liberalismo económico, anticipándose a los clásicos de esta doctrina del siglo XVIII y el XIX, encabezados por Adam Smith y David Ricardo. Por su parte, Marx es el máximo defensor del comunismo, del socialismo científico, y con su persona e ideas inspirará los movimientos revolucionarios de izquierda del siglo XX.
John Locke se nos presenta como un teórico del contrato social. (Thomas Hobbes, defensor del absolutismo, y Jean jacques Rousseau son los otros autores modernos que recogen esta imagen del contrato fundador de sociedades.) Locke entiende que la vida en sociedad, así como la organización de los sistemas políticos de los Estados, se originan cuando los seres humanos efectúan un acuerdo o pacto para abandonar el estado "de naturaleza" en el que se mantienen y entrar en un estado de civilización. Ese contrato o acuerdo implica una renuncia a las condiciones de la situación natural, no civilizada, de libertad e igualdad. Pero con el fin de que esos mismos derechos básicos y naturales a la libertad, a la felicidad y a los beneficios del trabajo, se puedan desplegar o gestionar mejor, evitándose los conflictos que eventualmente pueden originarse en un estado "de naturaleza" cuando no están rectificados por las leyes políticas.
En resumen, que los seres humanos, libres por naturaleza, acuerdan libremente establecer un contrato para formar un gobierno liberal (con división de poderes entre el legislativo y el ejecutivo) que garantizará mejor el desempeño de la libertad, la búsqueda de la felicidad individual y la prosperidad económica que emana del trabajo. Recordemos como de paso que John Locke será uno de los filósofos fundamentales para la Constitución norteamericana. Es verdad que el Estado que surge de la doctrina liberal de John Locke no es una democracia tal y como reconocemos que debe ser para poder calificarla de tal. En primer lugar no hay un sufragio universal que otorgue derechos de ciudadanía a todos/as y cada uno/a. Se trata de una sociedad de propietarios en libre concurrencia en el mercado. La propiedad privada, las posesiones, representan la condición legitimante de los derechos políticos del ciudadano, en John Locke.
No podría ser una democracia tal y como conocemos que debe ser. No puede serlo, nos avisará Marx, porque esa doctrina del liberalismo político y económico es una falsedad, una construcción intelectual ideológica. Que nos engaña acerca de la verdadera realidad de la sociedad y de la infraestructura económica que cimenta la sociedad. los seres humanos, dice Marx, no establecen entre ellos un contrato libre para organizar mejor una economía natural y optimizar la asignación y distribución de los recursos. También para Marx, ciertamente, la vinculación del ser humano con la naturaleza ocupa un lugar principal a lo largo de su pensamiento. Los seres humanos se relacionan activamente con la naturaleza, transformándola con su trabajo, y transformándose ellos a su vez. Marx no se hace ilusiones de que la humanidad pueda haya vivido armoniosamente en la naturaleza, en un paraíso sin esfuerzo.
Ocurre que para Karl Marx la economía posee raíces históricas, y va cobrando diferentes formas a lo largo de las épocas: esclavismo, feudalismo, capitalismo... Cada uno de esos sistemas con sus propias características, leyes y relaciones sociales correspondientes. Por eso, las leyes de la economía no son como las otras leyes científicas, no son leyes naturales sino leyes históricas, dependientes del modo de producción económico correspondiente. Lo importantes es que cada sistema económico o modo de producción contiene en sí mismo los gérmenes de su disolución, que lo mueven y lo cambian las contradicciones que lo habitan. Esa dialéctica o conflicto representa el motor de la historia humana.
En el caso del capitalismo, la contradicción interna se da entre la burguesía propietaria del capital y el proletariado trabajador. Un contrato libre, contra lo que puedan pensar autores liberales como Locke, entre capitalistas y proletarios representa un sarcasmo nada más. Y la política que se basa en ese contrato, no es para Marx otra cosa que una legitimación (justificación ideológica) del régimen de la propiedad privada, una defensa del extrañamiento. La única armonía posible, entre los seres humanos y la naturaleza, el humanismo y el naturalismo a la vez, no puede estar en la antehistoria (el estado de naturaleza de Locke podía dar pie a creer esto) sino en la posthistoria o historia al fin realizada, en el comunismo que anula el régimen de la propiedad privada defendido por el liberalismo político y económico.

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