21 marzo 2014

Historia de la filosofía, 2do de Bach, Texto de Marx, un esquema-resumen explicativo

Trabajo y capital

La teoría de Marx acerca del trabajo (alienado, enajenado) ha de verse en el contexto de su crítica a la economía moderna capitalista y las patologías (desempleo, trabajo insalubre, enfermedad y accidentes, depauperación creciente de los trabajadores...) y conflictos sociales generados. Dicho de un modo más exacto, Marx une un concepto filosófico del trabajo como manifestación esencial de la actividad histórica y social de los seres humanos con un conocimiento de las obras clásicas de la economía y de la situación de explotación laboral de su época, la de la revolución industrial.

De resultas de las condiciones económicas, se llega a una degradación humana que para Marx es propia de las condiciones del capitalismo. En este modo de producción económica centrado en la propiedad privada, la separación entre quien posee el capital o esencia objetiva de la propiedad (la burguesía propietaria) y quien posee la fuerza de trabajo o esencia subjetiva de la propiedad (el proletariado) constituye el hecho fundamental de todo el funcionamiento de la sociedad. Del conflicto o contradicción entre las clases sociales trabajadoras y propietarias vendrá la superación del capitalismo, asediado por esos conflictos.

Ocurre finalmente, con todo esto, que los seres humanos son los verdaderos motores de la historia. No los dioses ni la razón, como quieren hacernos creer las ideologías teológicas y filosóficas. El ser humano es un sujeto activo de la evolución humana, aunque la emancipación resulta un proceso arduo (como también se observa con los prisioneros platónicos o los menores de edad kantianos.

Alienación o extrañamiento

El trabajo representa un factor fundamental de la historia y la sociedad humana, el modo en que los seres humanos transforman la naturaleza y evolucionan en sociedad.  El trabajo debe humanizar, Sin embargo, en las condiciones del capitalismo el trabajo es una actividad enajenada, extraña al hombre que la realiza. Sucede asi porque la actividad que realizan los trabajadores en el modo de producción capitalista deja de pertenecerles y enriquecerles a los mismos que trabajan. El trabajo del proletario sirve para engrosar el capital, a partir de la expropiación que la clase propietaria realiza sobre las plusvalías, que es el valor que se añade a la materia en bruto cuando se actúa sobre ella y se transforma en un objeto vendible. Pero es que hasta el trabajo mismo se transforma en un objeto vendible... por un mínimo para subsistir. En síntesis, los productos generados por el trabajo, la actividad misma del trabajador, se transforman en algo hostil y odioso, que no dan más que para degradar y "cosificar" las relaciones sociales de los seres humanos.

El trabajo en las condiciones del capitalismo representa lo más alejado del trabajo del artesano y del artista, que se pueden reconocer con orgullo en lo que hacen. Lo que no puede pasarle al trabajador fabril sujeto a la división del trabajo que fragmenta el objeto y embrutece al sujeto.

La alienación del trabajo y de sus condiciones se proyecta en alienación de la sociabilidad humana. En una degradación de la esencia genérica del ser humano, puesto que el ser humano es un ser social. En este contexto tiene gran importancia la alienación religiosa: esto es, el consuelo falso que otorgan al ser humano las creencias religiosas.

Se da la paradoja de que los seres humanos pueden acabar reconociendo su libertad y realización en las funciones más animales que poseen. Aunque estas también se pueden ver degradadas...

Superación de la alienación, llegada del comunismo

La crítica de Marx a la economía liberal clásica de Adam Smith y otros, que es la que sirve de fundamento ideológico a la economía real del capitalismo de su época, se realiza en función de unas intenciones de libertad, de emancipación de la humanidad de esas condiciones laborales explotadoras que la mantienen en la indigencia y en la indignidad. Ello requiere una subversión completa de las bases, de la infraestructura económica.

Esa utopía histórica, donde se realizará la esencia humana, donde podrán desplegarse todas las riquezas sociales y espirituales del ser humano, recibe el nombre de comunismo. Es una utopía porque representa un estado de perfección. Pero es una utopía que se basa en el conocimiento científico más riguroso de las leyes de la evolución de los modos de producción económicos. El que conoce Marx en su tiempo histórico es el modo de producción capitalista, y Marx sabe valorar el papel progresivo que la burguesía capitalista ha sabido realizar con respecto a economías anteriores como la burguesía... Pero como sugerimos al principio, también su tiempo pasará...

Ahora bien, el comunismo de Marx, por el hecho mismo de basarse en el conocimiento de la ciencia económica, no es un socialismo utópico meramente, con soluciones parciales y soñadoras, centradas en propuestas caprichosas para la industria o la agricultura. Marx distingue su concepto del comunismo de otros que le parecen insuficientes. Está un comunismo basto o grosero que se limita a una redistribución niveladora de la propiedad privada existente. La codicia o la envidia son los motores de este comunismo grosero, que llega a la infamia de proponer la comunidad de las mujeres, cosificándolas al extremo, y pervirtiendo con ello la misma condición humana. Tampoco sirve un comunismo meramente político, democrático, que revoluciona el Estado pero deja intocada la propiedad y el sistema económico existente.
El comunismo que propugna Marx es integrador, total, reconciliador  de las diferencias que existen en la humanidad: necesidad y libertad, biología y sociedad. Realiza a la vez la naturaleza y la humanidad maltratadas por la sociedad de clases del capitalismo. Es al mismo tiempo plenitud del naturalismo y de humanismo; de la vida y del trabajo.
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