06 junio 2010

HISTORIA DE LA FILOSOFIA, 2º BACH, ORTEGA, CONTEXTO

Antes que nada: si encuentras otro contexto que te gusta más, pues vale. Me lo enseñas. Otra cosa: los resúmenes que me dejásteis los he corregido, pero no he tenido ocasión de escanearlos. No están mal. Aunque algo les falta para que estén bien (para que a mí me convenzan). Haced por verme mañana un momento en el IES, aunque esté en clase. Estudiad.

Ortega, Contexto

La filosofía de Ortega se enmarca en el periodo conocido como “La edad de plata” de la cultura española. Un periodo histórico brillante que conoció tres generaciones: la del 98, la del 14 y la del 27. La paradoja es que una época de tal esplendor en la literatura, en el pensamiento y en las artes fue, en cuanto a la sociedad y la historia, de un carácter dramático. Empezó con la pérdida de las últimas colonias españolas, en guerra contra EE UU, y acabó con esa inmensa tragedia que fue la Guerra civil española (1936-1939), después del breve tiempo, cinco años, de la II República española (1931-1936), con las promesas de renovación y cambio que trajo. Aparte de eso, de las guerras en el exterior y en el interior, la vida política y social española fue sumamente convulsa, ajetreada, desquiciada.

Un régimen sustancialmente corrupto como fue el de la Restauración borbónica a finales del siglo XIX, fue incapaz de dar solución a los enormes problemas nacionales: una economía que difícilmente se modernizaba, con una burguesía poco representativa en comparación con la de otros países europeos, una agricultura improductiva por anticuada, con todo lo que esto implicaba de conflictos sociales por parte de los trabajadores industriales y campesinos pobres. Una sociedad polarizada, en suma, a la que, volvemos a decirlo, los partidos eran incapaces de ofrecer salidas. Una polarización similar se notaba en el campo cultural: existían unas élites literarias, artística, incluso científicas que se habían abierto a las influencias de los países más desarrollados (Francia, Alemania, etc.) Frente a esas élites, frente a esas minorías se encontraba la inmensa mayoría de la población en condiciones de analfabetismo. Además estaba la presencia de una Iglesia y un ejército anticuados pero con gran presencia e influencia social.

Ortega, el pensador más importante de esta Edad de Plata de la cultura española, fue un testigo de la situación y participante muy activo en la idea de hallar una solución a las dificultades (recordemos: “yo soy yo y mis circunstancias”). Desde el principio la buscó en Europa, en la Europa de la razón y de la ciencia, de la que España se había ido alejando con el tiempo, a lo largo de los siglos. Ortega confiaba en que, mediante una educación y enseñanzas basadas en lo mejor de la cultura europea, científica y racionalista, podría superarse el estado secular de decadencia en España. Podrían así formarse unas minorías gobernantes (al estilo de los sabios platónicos) capaces de conducir la vida histórica española, de “vertebrar” España.

Lo que ocurre es que Europa, en aquellos mismos años, estaba muy lejos de atravesar una etapa pacífica: entre la Primera guerra Mundial y la Segunda, en los 25 años que van desde 1914 a 1939 (coincidiendo esta última fecha con el final de la guerra civil española), Europa vio surgir su propio conflicto civil entre los extremismos políticos: el comunismo de la Revolución rusa, por una parte; los regímenes fascistas de Italia y Alemania, enfrente. Este escenario europeo influyó de tal manera en la vida española que se ha podido decir que la guerra civil española fue como un ensayo de la Segunda Guerra mundial entre las potencias fascistas y el resto.

Ortega afrontó intelectualmente su época, todos estos problemas: solicitó el papel de las élites sociales y culturales a fin de terminar con lo que entendía era una “rebelión de las masas”, participó en España en el apoyo a la II República española de 1931, aunque se desencantó pronto.

El libro El tema de nuestro tiempo se ocupa justamente de algo que quizás no sea lo más visible, pero sí lo fundamental para un filósofo: cuál es el papel de la razón, y cuál el de la vida en la ciencia y en la cultura humanas. Lo fundamental: porque si algo caracterizaba al tiempo histórico en el que se desarrolló la madurez de Ortega fue la presencia de las filosofías e ideologías irracionalistas en la sociedad y en la política. Tanto en la izquierda como en la derecha. Lo cual era un reto que un pensador sustancialmente liberal como era Ortega no podía dejar de lado, sin intentar comprenderlo, para idear vías de salida. La salida, filosóficamente hablando, consistía para Ortega en encontrar un concepto de razón y de conocimiento que no fueran tan absolutos y puros como habían pretendido serlo (en Descartes, por ejemplo). La inteligencia forma parte de la realidad, consistía en y proporcionaba perspectivas diferentes de la realidad. Como la realidad y la vida humana consisten, básicamente en la historia, se comprende que Ortega defendiera la necesidad de una razón histórica. Es decir, no una razón matemática, de exactitudes, sino una razón viviente, vital.

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