Veamos un esquema, ni siquiera un
resumen:
Ortega empieza dejando claro que no
hay que dejarlo todo a la vida ni todo a la cultura. Que se debe
efectuar una integración de ambas, huyendo de los extremos. Cada
una tienes sus derechos, la cultura y la vida. Con la primera nos
referimos a aquellos valores que deben servir objetivamente;
mientras que con el término vida queremos señalar que no puede
haber nada que valga, ninguna idea, creencia, moral, etc. que no
tengan su base última en la vida de alguien, una persona particular
o un pueblo.
Debemos tener en cuenta que cuando
Ortega escribe la palabra “vida” no se está refiriendo a la
vida meramente biológica, orgánica, que también, sino al cúmulo
de circunstancias que envuelven o ambientan la historia de los
pueblos y las biografías de los individuos; y a lo que estos mismos
individuos, pueblos, épocas, etc. proyectan libremente. Recordemos:
Ortega sostiene que “yo soy yo y mi circunstancia”. La vida
significa aventura, libertad, riesgo, proyectos, etc. Hacerse cargo
de las situaciones y las circunstancias, porque no queda más
remedio. O sea, que somos libres porque nos vemos obligados a serlo:
no hay ningún método, cartesiano o platónico, que nos dé
seguridad y nos evite a nosotros el trabajo de ponernos en marcha.
Volvamos:
Con el término “cultura” podemos
pensar en las ciencias, en las artes, en la moral, etc. Pero si
hubiera un ámbito fundamental, un sitio figurado donde explicar lo
que significa la palabra “cultura” ( y recordemos que cultura
significa originalmente cultivo; y por extensión formación de los
individuos humanos), ese sitio es el problema del conocimiento. Del
conocimiento filosófico, científico. Esto es: de los productos de
nuestro uso de la mente, la inteligencia, la razón... Como queramos
determinar a lo que en nosotros piensa.
Entonces, sobre el problema del
conocimiento, Ortega enfoca dos posturas opuestas:
a) El racionalismo (pensemos en Platón
y en Descartes), filosofía para la cual se puede acceder al
conocimiento pleno de la realidad. Nuestra mente sería como un
espacio transparente al cual llegaría la realidad tal y como ésta
es.
b) El relativismo, para el cual la
vida de cada cual introduce deformaciones en la realidad. Esto es,
que la realidad es diferente, y en último lugar produce ideas
incompatibles, según los diferentes sujetos: individuos, pueblos,
épocas. Finalmente: que como los puntos de vista producen
realidades diferentes... pues habrá que pensar que la realidad no
existe...
Sostiene Ortega que ni un extremo ni
el otro: ni la transparencia de la mente racionalista que conoce las
verdades evidentes si emplea bien el método (Descartes y sus
reglas) ni las deformaciones que dice el relativismo. Porque lo que
hay son justamente puntos de vista diferentes, perspectivas
diferentes de la realidad, según las personas y las culturas, según
las épocas y los pueblos...
Entonces, porque un individuo tenga un
punto de vista sobre el mundo, y que ese punto de vista sea
diferente de otros, eso no significa que los dos sean falsos. Lo
único que pasa es que ningún punto de vista, ninguna perspectiva,
es la verdad con mayúsculas, entera y absoluta. Esto es: que no
somos un Dios que lo sabe todo, que conoce la verdad absolutamente.
Tenemos verdades con minúsculas, según los puntos de vista
diferentes. Lo que procede efectuar es una integración, como una
suma o articulación de esas verdades parciales, de esas verdades
particulares y como escritas con minúscula.
Ortega compara el conocimiento con la
visión de un paisaje: de la misma manera que dos hombres pueden ver
el paisaje desde dos puntos de vista diferentes, y no se puede decir
que la visión de uno sea la verdadera y la del otro falsa, sino que
las dos son verdaderas, en parte- de esa misma manera el conocimiento
de la realidad (la filosofía, la ciencia) se compone de puntos de
vista diferentes, los cuales se deben integrar para darle forma a la
realidad, a nuestro conocimiento de la realidad. Así que Ortega
puede sostener que "La perspectiva es uno de los componentes de
la realidad. Lejos de ser su deformación es su
organización".
Entonces, para seguir con esta
argumentación, la individualidad de cada sujeto, de cada pueblo, de
cada época y cultura, es un ingrediente básico en el conocimiento
que ese sujeto posee. Repetimos: solamente se tienen puntos de vista
localizados sobre la realidad, en función de las circunstancias, de
las ideas y creencias, de los valores que en cada época sirven.
Pensar otra cosa es ilusorio, fantasioso. Pensar que hay una sujeto
puro, una razón pura que con su método (sobre todo matemático) sea
capaz de llegar a conocer todas las verdades, y de la misma manera.
Esa ha sido la tentación y la creencia de los filósofos
racionalistas, de Platón en adelante: se pensaban que la realidad se
iba a ajustar como un guante a su inteligencia particular.
Ortega
sostiene que es una utopía (algo que no tiene lugar, que es lo que
originalmente significa la palabra "utopía") imaginarse
que la ciencia y la filosofía se adquieran aparte de las
circunstancias, de las perspectivas, de los puntos de vista de la
vida. "Cada vida es un punto de vista sobre el universo"-
escribe Ortega. Dicho de otra forma: que la realidad, el mundo,
poseen una dimensión vital, una historia, que son perspectivísticas,
basadas en los puntos de vista individuales y localizados. Lo
fantástico sería creer que todos los individuos de todas las ápocas
conocen de lo mismo y de la misma manera, que todos, siguiendo el
mismo método, platónico o cartesiano, iban a llegar a conocer el
mismo mundo inteligible (Bien, belleza, justicia), o las mismas
realidades que conoce Descartes (Alma, Dios, Cuerpos).
En esa
fantasía recién mencionada se ha basado toda la filosofía
pretérita, sostiene Ortega. También Nietzsche hablaba de los
errores de los filósofos: inventores de conceptos, sacerdotes,
odiadores de la vida, de los sentidos y del cuerpo- capaces solamente
de fabricarse telarañas de ideas, momias conceptuales, por odio y
resentimiento a una vida, a la altura de la cual no sabían estar.
Los filósofos, adoradores de los ídolos de la razón, según
Nietzsche, no soportan el devenir, el cambio, la historia.
La
verdad es que Ortega no mantiene una idea muy diferente- Porque
Ortega se basa en la vida como una realidad radical, de raíz, y la
vida consiste en tiempo, en cambios, en historia y en biografía. Lo
que pasa es que Ortega no llega a ser tan radical como Nietzsche.
Este filósofo consideraba que había que sacar el martillo y
dirigirlo a destrozar los ídolos, las ideas con las que los
filósofos habían envenenado la vida. mientras que Ortega se
pronuncia por, defiende la existencia de una razón vital, de una
razón, una inteligencia, orientada a los valores de la vida.
Hasta
el concepto de Dios, que para Nietzsche era el resumen de todos los
conceptos inventados por la razón de los filósofos, tiene su lugar
en la filosofía de Ortega, en la síntesis que hace Ortega entre
racionalismo y vitalismo, entre conocimiento y vida. El lugar que el
concepto de Dios posee en Ortega es especial: no se trata del Dios de
los creyentes, ni siquiera se trata de la Res Infinita de Descartes.
No es otra cosa el Dios de Ortega que un símbolo: el símbolo de la
integración o suma de todos los puntos de vista. De forma que Dios
podrá ser infinito, pero no como en Descartes, que lo era porque yo
no había podido crear su concepto (a causa de que Dios es perfecto y
yo no). Dios, en Ortega, será infinito en el sentido de la suma,
articulación o integración de todas las perspectivas posibles que
los hombres pueden obtener en su conocimiento filosófico y
científico de la realidad. Será, por así decirlo, igual de
infinito o radical que la vida.