21 mayo 2012

HISTORIA DE LA FILOSOFIA, EL APARTADO DE LA ACTUALIDAD Y LA VALORACIÓN RAZONADA

(JOHN LOCKE VA APARTE)

El tema del conocimiento humano y su relación con la realidad ha estado presente a lo largo de la historia del pensamiento humano. Los filósofos se han hecho cargo del mismo. En unas ocasiones, los racionalistas, para sostener sus posibilidades de transformación política y social (Platón, descartes) y en otras para ver las trampas que ese mismo pensamiento nos tiende (Nieztsche) o el peligro de que se desconecte de la vida y la historia concretas (Ortega).


Pero, ¿cuál es la actualidad?, ¿qué podemos decir nosotros al respecto?


Teniendo en cuenta que los científicos, en particular los neurobiólogos, tienen mucho que decirnos con sus investigaciones acerca de las posibilidades de la mente/cerebro humanos, podemos apuntar lo siguiente:

a) La necesidad que tienen las personas de saber, de conocer cada vez más. Esta necesidad no se limita a los filósofos o las élites científicas, sino que alcanza a los ciudadanos en general. En este punto es irrenunciable mencionar la situación histórica creada por la era de la información, por Internet. Que es ambivalente y lo mismo puede ser para bien que para mal: lo mismo pueden ser beneficiosos sus efectos que lo contrario.


(Porque se trata de saber lo que se hace con la información de Internet: i. e., que para sacar provecho de la red, para hacernos más ilustrados y más libres, se precisa que ya lo seamos. y esto es una paradoja, un círculo lógico. Pero es la verdad! Para acercarte al saber de Internet, a todas las informaciones, ya tienes que saber algo al respecto; igual que cuando te acercas a un libro ya tienes que saber algo de lo que va, o si no se hace incomprensible.)

Tampoco se debe olvidar que en la era de Internet lo que se reconfigura no es solamente nuestro acceso al saber, y las posibilidades de todo tipo que abre, económicas, de aprendizaje, etc., sino que también se modifica nuestra identidad personal, en la medida en que las redes sociales captan cada vez más nuestra vida privada.


Una de los hechos más notables de la era de la información  es el fin, en apariencia, de la jerarquía en la creación y difusión del saber. No hay un sistema único del conocimiento, ni nadie que lo posea y tenga la autoridad de los sabios antiguos, sino infinitos puntos de vista, que diría Ortega. Es decir, que la historia parece haberle quitado la razón a Platón: lo que hay son opiniones, el saber no aparece por ningún sitio (aparte del círculo especializado de los científicos).


Observamos, sin embargo, en nuestro complejo mundo del siglo XXI (en sus inicios) la resurrección de las creencias religiosas, que muchas veces pueden poner en peligro las conquistas de la ciencia, de la razón y de la libertad. Pensemos en los fundamentalismos de todo tipo, en las guerras, en los actos terroristas y en las réplicas que se producen...


b) Además: sabemos que “saber es poder”. Esta percepción está ya en Platón: el gobernante es quien puede gobernar porque sabe gobernar, porque ha adquirido la técnica para ello. Aunque esta técnica sea filosófica: la Dialéctica, el conocimiento del bien. Entonces, ¿cómo evitar que se controle ese poder para fines indebidos?, ¿cómo emplearlo para enfrentar los retos de los absolutismos religiosos, económicos? (Tampoco Nietzsche está pensando en algo muy diferente: denuncia la filosofía porque los conceptos racionales han sido el saber y el poder… de los débiles, los enfermos. Su religión y su consuelo. )

c) Nunca como ahora se ha percibido con tanta intensidad la vinculación entre conocimiento y desarrollo social y personal. Por una parte, la crisis económica nos pone en manos de unos expertos poseedores de un saber que para la mayoría de nosotros es como un misterio. Por otro, el conocimiento científico transformado en tecnología, en aplicaciones a la vida real de todo tipo, incluyendo la biotecnología, parece la única forma de crecimiento social y creación de riqueza. Esto significa que saber es poder, pero no en el sentido que Platón decía: para Platón el saber implicaba conocimiento del Bien por parte de los gobernantes, con la consiguiente creación de un Estado justo.


(Se trata de resumir o centrarse en alguno de los puntos anteriores. Con veinte líneas va que sobra.)

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