11 diciembre 2006

FILOSOFÍA 2º BACHILLERATO, ARGUMENTO ONTOLÓGICO

...que Santo Tomás no admite.

El argumento ontológico se basa en que el ateo le admita al creyente (en la rara conversación que tienen sobre este asunto) una definición de Dios:

-el ser mayor que el cual nada puede ser pensado. (p)

Si el ateo (insensato, necio, nesciens= que no sabe, ignorante) sigue manifestando su magnífica osadía y falta de temor, y se atreve a señalar que el Dios, el ser mayor que el cual nada pensarse NO existe (porque sólo existe en una definición de la mente), este necio, este ignorante atrevido, vuelve a mostrar su magnífica ignorancia.

Esto es, para qué nos vamos a engañar, que se contradice -afirma (q) y (no q) a la vez- y que incumple el axioma básico de cualquier pensamiento que se precie: el principio de no-contradicción;

porque entonces el ser mayor que el que no puede pensarse nada no es el ser mayor que el cual nada pensarse.

Esto es, que no es lo que es, cosa manifiestamente imposible.

Pues debes conocer que la verdad ocurre cuando lo que ES en el entedimiento, ES también en la realidad, cuando se corresponde o correlaciona lo que decimos/pensamos en el lenguaje/mente con lo que sucede en la realidad.

Cosa también grave, porque si esa definición se refiere a Dios, estará el insensato (nosotros no) sosteniendo en su corazón (su mente) que Dios no es Dios. O que Dios es no-Dios. Y no-Dios puede ser la nada.

Resultado del razonamiento: como la contradicción está prohibida en el pensamiento, se tiene que pensar que el ser mayor... existe en el pensamiento y en la realidad. De esa manera, definitivamente y sin resquicios, el ser mayor... es el ser mayor..., Dios es Dios y la verdad resulta respetada.

Las objeciones, los contraargumentos:

Basarse en definiciones, para concluir de ahí la existencia de las cosas, nos llevaría al absurdo de poder demostrar casi la existencia de cualquier cosa, con tal de que la hubiéramos definido bien: así pasa con la "isla perfecta" de Gaunilón, monje de malas intenciones filosóficas que argumentó contra la prueba de San Anselmo.

También las Ideas de Platón -en particular la Idea principal, la de Bien- se basan en una prueba semejante a la de San Anselmo, según ha podido señalar B. Russell; que además demuestra que el razonamiento de San Anselmo es incorrecto lógicamente.

Y luego está el ejemplo de Kant de los cien táleros, o del billete de diez euros que va de bolsillo sin que cambie la cantidad, pero cambiando bastante la situación, según que esté en tu bolsillo o no. Pues la definición que se intercambian el creyente y el insensato es como ese billete.

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