13 enero 2009

DESCARTES: LA CUARTA REGLA, Y LO QUE SIGUE…

"Y el último, en hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan amplias, que llegase a estar seguro de no haber omitido nada.” (según la trad. del Discurso… de Tecnos, que es la que estamos leyendo en clase)

En el cuarto precepto se mienta la enumeración, la revisión del pensamiento, con el fin de asegurarse de no haberse dejado nada en los razonamientos que se han hecho. Se trata, efectivamente, de garantizar al máximo el rigor, la exactitud, de los conocimientos: de garantizar la verdad de las cosas que se han ido encadenando en las deducciones. La revisión (el repaso, el hacer memoria, para entendernos) sirve para que la cadena de nuestros pensamientos, el orden deductivo, tenga casi el mismo carácter de evidencia de los pensamientos que se alcanzan por intuición.

La cuarta regla lo que hace es recapitular, es lícito que lo pensemos, el empleo de las tres primeras: la búsqueda de verdades evidentes, que no presenten dudas; el trabajo de analizar los problemas que se nos presenten en el conocimiento para quedarnos con las cosas más simples, que es lo que dice en la segunda regla; el orden que vamos siguiendo en nuestras deducciones, desde los más simple a lo más complicado, que es lo que se nos demanda en la tercera regla, la de la síntesis o composición…

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Ya tiene Descartes su conjunto, breve conjunto (ya que el exceso de reglas dificulta el ejercicio de la razón; de manera similar a como el exceso de leyes dificulta la conducta y el gobierno, aunque quizás haya a quien le parezca lo contrario), de reglas para el uso de la razón, y por lo tanto para la “edificación” o “construcción” de la ciencia en un sentido matemático. Entonces, hay que observar ahora el funcionamiento real de ese método. Es decir, hay que ver si rinde frutos o si no. No basta con enunciarlo teóricamente, hay que verlo puesto en práctica.

La mejor manera de probarlo es en el mismo ámbito de donde se supone que Descartes lo ha extraído. Esto es, la mejor manera de observar su rendimiento es en el estudio de las matemáticas, en concreto en la práctica de sus demostraciones: en esas “largas cadenas de razones muy simples y fáciles”, escribe Descartes, en las que los matemáticos sí parece que han utilizado las reglas del método (observa, en la página 27, arriba, cómo Descartes se refiere a la primera y tercera reglas del método, concretamente; y también a la segunda, inmediatamente después).

Como parece que en la cuestión de haber “investigado la verdad en las ciencias, sólo los matemáticos han podido encontrar algunas demostraciones, es decir algunas razones ciertas y evidentes”, se trata de observar, recuerda Descartes, si el método que emplean es igual de útil en los otros campos del saber, en concreto en la filosofía. Esto es, si se pueden extender sus reglas para conocer otros objetos diferentes a los números y las figuras.

Debemos tener en cuenta una cosa: si el método no fuera efectivo en las matemáticas, que es el lugar de donde supone que Descartes ha extraído las cuatro reglas que da (evidencia, análisis, síntesis, enumeración) entonces es que realmente el método no sería el adecuado; y por ello Descartes tendría que buscar sus reglas del conocimiento en otro sitio, o quizás es que no había alcanzado a ver cómo trabajan realmente los matemáticos. Tendría que buscar su modelo de saber en otro sitio, porque el camino que ha escogido no le llevaría a ningún resultado.

Mientras que si, por el contrario, el método se muestra eficaz en las matemáticas, si le sirve a Descartes para ampliar sus conocimientos, para demostrar teoremas, entonces sí que se está en la buena dirección, y se podrá aplicar ese modelo a la ciencia en general; se podrá aplicar a todo ese proyecto que tiene Descartes de construirla de nueva planta, con fundamentos firmes, de manera que esa ciencia consista en un sistema riguroso, evidente, deductivo, de verdades. Es decir, que todo el saber sea como las matemáticas.

De todas maneras, las matemáticas en las que Descartes comprueba la eficacia de su método no son las materias particulares como la geometría y el álgebra, su interés principal no es el de extender por extender su conocimiento en esas materias particulares; sino que su interés son las matemáticas entendidas en un sentido general, como un estudio de las proporciones o relaciones: en el fondo, “aunque sus objetos son diferentes todas coinciden”.

Debemos considerar aquí que Descartes logró realizar una síntesis entre las disciplinas matemáticas: creó la “geometría analítica”, lo que implica unir el tratamiento de los números con el de las figuras (¿sabrías expresar gráficamente una función?: pues de eso se trata, eso es lo que efectúo Descartes con su unión entre la geometría y la aritmética).

El filósofo francés (Descartes) comprueba que verdaderamente el método le sirve en el campo de las matemáticas: le permite obtener conocimientos ciertos en las cuestiones y problemas que se plantea, incluso le sirve para obtener procedimientos para resolver cosas ignoradas. Una utilidad fundamental: nos permite salir de dudas excesivas, de lo que en la primera regla del método se llamaba “prevención” en los juicios, en la actividad de la mente: puesto que en matemáticas no hay más que una verdad, es como si se le enseña al niño a sumar. Una vez que sabe sumar no hay que enseñarle nada más al respecto de la suma.

Generalizando: en las matemáticas se muestra de manera transparente que no existe esa diversidad y contradicción de opiniones que había movido a Descartes a idear su proyecto de reforma de la filosofía y las ciencias. Basada en la unidad de la razón, se sigue la unidad de los resultados de la ciencia, con tal de que siga el método, con tal de que se siga el orden, que es lo fundamental del método. Dicho de otra forma: no puede haber contradicciones, ni puede haber dos verdades, o esas medias verdades que son las opiniones y creencias que cada particular alberga en su mente. (Un consejo: lee cuidadosamente y subraya lo que viene en las páginas 28 y 29 del texto de Descartes; lee y subraya, luego escríbelo para ti, para tu entendimiento).

La práctica de las matemáticas sirve de entrenamiento (¿brain training?: p. 29) a la mente para poder ejercitarse en otros ámbitos y conseguir obtener verdades, evidencias certezas -señala Descartes. No hay otro sitio más conveniente para ejercitarla, y por lo tanto para extender el modelo de reglas que ha descubierto u comprobado en las matemáticas, que la filosofía, sostiene Descartes. Pues en la filosofía están los “principios”, las verdades fundamentales que deben tomar las demás ciencias.

En la filosofía, Descartes llama metafísica a la filosofía más fundamental, a la primera, se encuentran las “raíces” del árbol del saber (esta comparación del conocimiento con el saber es de Descartes), los cimientos de la casa de la ciencia. De esas raíces firmes dependen la física y las ciencias aplicadas, que son las ramas del saber: esto es, la mecánica, la medicina, la moral.
Todo depende, no lo olvidemos, de que es la razón de uno mismo, de cada particular (en primer lugar la de Descartes), bien ejercitada, con método y con orden, con unos criterios unitarios y no con la suma de lo que vayan aportando unos y otros de manera caprichosa, todo depende de que es esa razón la única norma del conocimiento, lo único que nos permite salir de dudas y deshacernos de las opiniones, las creencias y los prejuicios que la educación y la experiencia habían ido engrosando el contenido de nuestra mente, dándonos errores en vez de verdades.

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