Pongo
aclaraciones a los términos que voy subrayando, en letra
visiblemente más grande:
TEXTO:
La
ley natural, ¿comprende muchos preceptos o uno solamente?
Objeciones
por las que parece que la ley natural no comprende muchos
preceptos, sino solamente uno.
1.
Como ya vimos, la ley
/norma por la
que regulan sus acciones los seres humanos/ pertenece
al género del precepto
/obligación, mandato/.
Luego si hubiera
muchos preceptos en la ley
natural /esta
ley sería la misma para todos los seres humanos, con independencia
de que vivieran en un sitio o en otro; esta ley natural no es la ley
positiva o exterior que disponen los gobiernos, sino un tipo de ley
interior que se conoce con la razón de cada uno/ se
seguiría que también serían muchas las leyes naturales.
2.
La ley natural es algo consiguiente a la naturaleza
humana /la
ley natural no solamente va incluida en la condición de cada ser
humano, sino que es accesible a la conciencia de cada ser humano;
cada persona puede saber cuáles son sus obligaciones por naturaleza,
le basta con emplear su razón o inteligencia para darse cuenta/. Mas
la naturaleza humana, aunque es una considerada como un todo, es
múltiple en sus partes.
/Pensemos en lo que
sostenía Platón acerca del ser humano: el ser humano es un
compuesto de cuerpo mortal y de alma inmortal; a su vez, en el alma
se encuentran la razón, el ánimo o voluntad, y los deseos y
pasiones. Es decir, que primero decimos que el ser humano estaría
compuesto de dos partes, cuerpo y alma; y luego veríamos que su alma
está también "tripartida"/ Por
eso, la ley natural, o bien consta de un solo precepto por la
unidad de la naturaleza humana como un todo, o bien consta
de muchos por la multiplicidad de la naturaleza humana en sus
partes. /Claro:
porque habría apartados de la ley natural para la razón, para el
ánimo y para los deseos, por ejemplo. Esto es: a cada parte del ser
humano lo que le corresponde/ Pero
en este caso también las inclinaciones de la parte
concupiscible deberían pertenecer a la ley natural.
3.
La ley, como ya vimos es cosa
de la razón./Ya
lo hemos dicho: la ley natural va en la condición humana, forma
parte de la esencia de la persona, y la razón de la persona debe ser
consciente y sabedora de esa misma ley/ Pero
la razón en el hombre es una sola. Luego la ley natural sólo
tiene un precepto.
En
cambio consta que los preceptos de la ley natural son en el orden
práctico /lo
que pertenece a la ética y a la política, el ámbito de la razón
práctica; que es el terreno del empleo de la inteligencia enfocado a
las relaciones con los demás seres humanos, se trate de normas de la
conciencia moral o de las leyes que regulan las relaciones en la
comunidad/ lo
que son los primeros principios en el orden
de la demostración /el
ámbito de la razón teórica o especulativa; el campo de las
ciencias y la filosofía, y también, llegado el caso, el de la
teología natural o racional/.
Pero estos primeros
principios /esto
es: los axiomas, las primeras verdades, que por ser las primeras
verdades son absolutamente evidentes y el fundamento de las
demostraciones que vengan después, de lo que los matemáticos
denominan desde antiguo teoremas/ son muchos.
Luego también son múltiples los preceptos de la ley natural.
Solución.
Hay que decir: Como ya dijimos, los
principios de la ley natural son en el orden práctico lo que
los primeros principios de la demostración en el orden especulativo
/es
decir, tanto en el campo de las ciencias y los saberes teóricos, en
la filosofía, como en los asuntos prácticos de la ética y de la
política, que son los asuntos de la vida humana en relación, nos
encontramos con que existen unos fundamentos básicos, unos axiomas o
principios/,
pues unos y otros son
evidentes por sí mismos. /Pero
el problema es que sean evidentes no en sí mismos, objetivamente,
sino para nosotros, subjetivamente, que nosotros lleguemos a conocer
su verdad. Ya hemos visto que esto no era posible para conocer la
esencia de Dios. Es decir, que no podíamos llegar a comprender todos
los predicados que convienen a la naturaleza de Dios, sino que
nuestra inteligencia debía limitarse a seguir unas vías o sendas de
argumentación, semejantes a las de la caverna platónica, que nos
servían para llegar a la conclusión de que Dios existe, nada más.
Y eso viendo que en en el mundo hay algo que es Causa última, Motor
último, Ser Necesario, Perfección Máxima o Inteligencia que diseña
el universo. A lo cual "llaman Dios", sostiene Santo Tomás.
Lo que pongo aquí sirve también para el comentario y comprensión
del párrafo siguiente/
Ahora
bien, esta evidencia puede entenderse en dos sentidos: en absoluto y
en relación a nosotros. De manera absoluta es evidente por sí
misma cualquier proposición /una
proposición o juicio contiene un pensamiento, por una parte; y, por
otra, se refiere a la realidad; si coincide o se adecua lo que dice
con lo que es, la proposición es verdadera; si no, no. La
proposición se compone de sujeto, que es aquello de lo que se
enuncia, y de predicado, que contiene las cualidades del sujeto/
cuyo predicado pertenece a la esencia /aquellas
cualidades o predicados que se incluyen de manera necesaria en la
definición de una cosa o sujeto o sustancia/ del sujeto; pero
tal proposición puede no ser evidente para alguno, porque
ignora la definición de su sujeto.
Así,
por ejemplo, la enunciación «el hombre es racional» es evidente
por naturaleza /se
trataría de lo que se denomina juicio analítico, que es una
proposición que se limita a mostrar lo que está implícito en el
sujeto, sin informar de nada nuevo/, porque
el que dice hombre dice racional; sin embargo, no es evidente
para quien desconoce lo que es el hombre.
De
aquí que, según expone Boecio en su obra De hebdomadibus, hay
axiomas o proposiciones que son evidentes por sí mismas para
todos; y tales son aquellas cuyos términos son de todos
conocidos, como «el todo es mayor que la parte» o «dos
cosas iguales a una tercera son iguales entre sí». Y hay
proposiciones que son evidentes por sí mismas sólo para los
sabios, que entienden la significación de sus términos. Por
ejemplo, para el que sabe que el ángel no es corpóreo y
entiende lo que esto significa, resulta evidente que el
ángel no esta circunscrito a un lugar /puesto
que no está compuesto de cuerpo y alma -solamente son alma- como
están compuestos los seres humanos; y por ello no ocupa lugar; el
lugar o espacio es el límite de los cuerpos/;
mas no así para el indocto,
que desconoce el sentido estricto de estos términos.
/Recordemos que
el indocto o ignorante del argumento ontológico de San Anselmo no
sabía lo que estaba diciendo con la palabra Dios cuando se atrevía
a decir, neciamente, que Dios no existía; no se daba cuenta de que
en la esencia del sujeto Dios está el predicado existencia/
Ahora
bien, entre las cosas que son conocidas de todos hay un cierto orden.
Porque lo primero que alcanza nuestra aprehensión /inteligencia/
es el ente /el ser, la realidad/,
cuya noción va incluida en todo lo que el hombre aprehende /cada
vez que se usa la inteligencia se intelige algo; esto es, no se
piensa “en nada”, eso es imposible/. Por eso, el primer
principio indemostrable /no es
demostrable porque es el principio o la condición de todas las
demás demostraciones, de todos los razonamientos/ es que «no
se puede afirmar y negar a la vez una misma cosa» /esto
es, el principio de no contradicción lógico, el cual prohíbe que
de la misma cosa y en el mismo sentido se afirme y se niegue algo/,
principio que se funda en las nociones de ente y no-ente /ser
y no-ser/ y sobre el cual se asientan todos los demás
principios, según se dice en IV Metaphysica. Mas así como el ente
es la noción absolutamente primera del conocimiento /es
decir, de la inteligencia teórica, de las ciencias especulativas o
teóricas/, así el bien es lo primero que se alcanza por la
aprehensión de la razón práctica /esto
es, la inteligencia aplicada al campo de la ética y la política,
aquello que tiene que ver con las obligaciones de la humanidad y del
ser humano como ser social/, ordenada a la operación /a
la acción, a la conducta/; porque
todo agente obra por un fin, y el fin tiene razón de bien
/esto es, aquello que consideramos como el objetivo o finalidad de
las cosas que hacemos, lo consideramos cono un bien; si no, no nos
pondríamos en marcha/. De ahí que el primer principio de la
razón práctica es el que se funda sobre la noción de bien, y se
formula así: «el bien es lo que todos apetecen» /en
Platón el Bien, con mayúsculas, es el principio o fundamento tanto
de lo que podemos conocer, de lo que podemos llamar ciencias, como de
la política, de la organización del Estado; pero Tomás de Aquino
sigue en esto a Aristóteles, que había delimitado la razón teórica
o científica, por una parte, de la razón práctica,
ético-política/.
En
consecuencia, el primer precepto de la ley /la
primera obligación contenida en la ley natural/ es éste: «El
bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse ». Y sobre éste
se fundan todos los demás preceptos de la ley natural, de suerte que
cuanto se ha de hacer o evitar caerá bajo los preceptos de esta ley
en la medida en que la razón práctica lo capte naturalmente como
bien humano /esta capacidad “natural”
de la inteligencia práctica para conocer la ley natural y sus
preceptos es lo que se denomina “sindéresis” y permite el
funcionamiento de los que se denomina “conciencia”, la cual
aplicaría esos principios prácticos/. Por otra parte, como
el bien tiene razón de fin /ya se ha
dicho: aquello que constituye la finalidad y objetivo de nuestra
conducta lo consideramos un bien, por definición; otra cosa es que
estemos equivocados y que sea un bien aparente o incompleto/,
y el mal, de lo contrario, síguese que todo aquello a lo que el
hombre se siente naturalmente inclinado /o
sea, aquello a lo que el hombre tiende como su finalidad/ lo
aprehende la razón como bueno y, por ende, como algo que debe ser
procurado /buscado/, mientras
que su contrario lo aprehende como mal y como vitando /que
se debe evitar y odiar/. De aquí que el orden de los
preceptos de la ley natural sea correlativo al orden de las
inclinaciones naturales /recordemos
que algo así sostenía Platón con respecto a las partes del alma y
del Estado: cada una de ellas tenía su virtud y su finalidad/.
Y
así encontramos, ante todo, en el hombre una inclinación
/tendencia,
propensión, lo que podríamos llamar, entrecomillándolo,
“instinto”/que
le es común con todas las sustancias /realidades,
cosas en general, da igual que sean orgánicas o inorgánicas,
vivientes o inertes.../,
consistente en que toda sustancia tiende por naturaleza a
conservar su propio ser /de lo
cual, se sigue para el ser humano, no solamente la obligación de
conservar su vida, sino la prohibición del suicidio). Y de acuerdo
con esta inclinación pertenece a la ley natural todo aquello que
ayuda a la conservación de la vida humana e impide su destrucción
(en efecto, lo hemos dicho/. En segundo lugar, encontramos en
el hombre una inclinación hacia bienes más determinados, según la
naturaleza que tiene en común con los demás animales /el
ser humano es un “animal racional”, lo que implica que
genéricamente es un animal con tendencias animales, y que su
especificidad consiste en la racionalidad/. Y a tenor de esta
inclinación /según esta tendencia/
se consideran de ley natural las cosas que la naturaleza ha enseñado
a todos los animales, tales como la conjunción de los sexos, la
educación de los hijos y otras cosas semejantes /atiéndase
a que en la definición de animalidad Tomás de Aquino incluye
tendencias diríamos que “sociales”, y que no define la
animalidad como instinto agresivo/. En tercer lugar, hay en el
hombre una inclinación al bien correspondiente a la naturaleza
racional /esta
racionalidad es la que hace que el ser humano sea capaz de captar el
contenido de la ley natural dispuesta por Dios; la ley natural obliga
tanto a las tendencias animales de la persona humana como a sus
tendencias más intelectuales/,
que es la suya propia, como es, por ejemplo, la inclinación
natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad /de
nuevo vemos la diferenciación que practica Tomás de Aquino entre el
ámbito de la teoría, de la ciencia, especulación, por una parte, y
el ámbito de la práctica, de la ética y la política, la sociedad,
por otro; en el caso de Platón, en República, vemos que hay una
continuidad -o sea, que no existe una diferencia entre teoría y
práctica- entre el pensamiento puro, la Dialéctica, y la práctica
política; de hecho se concibe la Dialéctica como el momento
culminante y definitivo de la educación de los gobernantes, quienes
han de implantar el Bien y la Justicia en el Estado ideal/.
Y, según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta
inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos
y todo lo demás relacionado con esto /recuérdese
que la liberación de los prisioneros platónicos de su ignorancia
poseía una finalidad de tipo político, en última instancia/.
Respuesta
a las objeciones:
A
la primera hay que decir: Todos estos preceptos de la ley natural
constituyen una ley natural única en cuanto se reducen a un único
primer precepto /recordemos: buscar
el bien como fin de nuestras acciones, rehuir el mal/.
2.A
la segunda hay que decir: Todas las inclinaciones de cualquiera de
las partes de la naturaleza humana, como la concupiscible /el
deseo, según la teoría platónica del alma/ y la irascible
/el ánimo, según la división
platónica mencionada/, en la medida en que se someten al
orden de la razón /como tiene que
ser, puesto que en esto Tomás de Aquino sigue a la ética griega,
intelectualista en el sentido de que se considera que la parte mejor
y divina del hombre, el alma racional, debe dirigir el conjunto de
la persona y de sus acciones/, pertenecen a la ley natural y
se reducen a un único primer precepto, como acabamos de decir. Y
así, los preceptos de la ley natural, considerados en sí mismos,
son muchos, pero todos ellos coinciden en la misma raíz /no
está de más recordar que de forma similar en Platón la Idea del
Bien es principio y fundamento de todas las demás Ideas, así como
de su conocimiento. Tanto en Platón como en Tomás de Aquino existe
una aspiración al orden en nuestros conocimientos y acciones. La
diferencia es que Tomás de Aquino propone un fin sobrenatural, la
salvación del hombre. Con lo cual se entiende que no basta con la
comunidad política para alcanzar la verdadera felicidad, que
estaría en la visión y unión con Dios. Tampoco basta con la
razón, se precisa la fe. De ahí que aparte de la ley natural esté
la ley divina, revelada por la fe, para guiar la conducta de los
seres humanos/.
3.
A la tercera hay que decir: Aunque es una en sí misma, la razón ha
de poner orden en todos los asuntos que atañen al hombre. Y en este
sentido caen bajo la ley de la razón todas las cosas / ya
se ha dicho: la razón debe guiar todas las inclinaciones o
tendencias que se dan en el ser humano, se compartan por todos los
seres, los animales o sean propias y específicas de la condición
racional de la esencia humana/ que son susceptibles de una
ordenación racional.