23 septiembre 2020

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA 2º BACH A y B

  La prueba debe entregarse, escaneada en pdf, antes de las 23:59 de mañana JUEVES 24 de septiembre. A la dirección de correo que facilité en clase: filosofia.eajn@gmail.com

Indicando claramente nombre, curso y asunto del correo.


FILOSOFÍA 2º BACH, ACTIVIDAD DE PRUEBA INICIAL

NOMBRE Y CURSO:

1.                   Identifica el tema o temas del texto.

2.                   Explica brevemente. No se trata de un resumen o paráfrasis, sino de buscar el sentido o ampliar la identificación del tema/s.

3.                   Realiza un comentario crítico. te puedes centrar en los siguientes puntos: ¿Por qué piensas que no se trata de una explicación racional o científica? ¿Cuál sería, por contra, una explicación racional del problema? ¿Conoces algún otro mito tan radicalmente misógino

 (Una página en total, escrita a mano; se valora la claridad y calidad de la escritura, así como de la argumentación a la hora de analizar, sintetizar y valorar el contenido de esta narración.)


Los dioses tienen oculta la Vida a los hombres ; si no, fácilmente trabajarías en un solo día lo bastante para tener hacienda por todo el año, sin necesidad de proseguir la faena. Pronto colgarías el timón bajo el humo, y se acabarían trabajos de bueyes y mulos incansables. Mas Zeus ocultó la Vida—irritado en su corazón—ya que le había chasqueado Prometeo, el de ingenio sutil. De ahí el por qué comenzó a maquinar contra los hombres tristes pesares, y ocultóles el fuego. Pero de nuevo el valiente hijo de Japeto en honda férula se lo robó al prudente Zeus, para dárselo a los hombres, engañando así al dios que se goza en el rayo. Y enfurecido, le dijo Zeus que amontona nubes: "¡Hijo de Japeto, que a todos superas en astucias, te alegras de haber robado el fuego, burlando mis designios! ¡ Gran azote para ti, y para los hombres venideros! ¡A ellos, yo, en lugar del fuego, les daré un mal, con el que todos se gocen de corazón, abrazando a la vez su propia ruina!

 Así dijo, y rompió a reír el padre de hombres y dioses; ordenó a Hefesto que al punto mezclase tierra y agua, le infundiera voz y fuerza de un ser humano y formase, parecido a las diosas inmortales, un hermoso y adorable cuerpo de virgen. Mandó después que Atenea la instruyese en sus labores, en el tejido de primorosas telas; y que la dorada Afrodita circundase de gracia su frente, imprimiéndole el doloroso deseo y las ansias que devoran los miembros. A Hermes —mensajero matador de Argos— encargó que le infundiese espíritu de perra y corazón ladino. Dijo así, y todos obedecieron al soberano Zeus(…) Por último, el heraldo de dioses la dotó de la palabra, y dio a esta mujer el nombre de Pandora, porque todos los moradores de las mansiones olímpicas obsequiaron con tal regalo, procurando la ruina a los hombres que de pan se alimentan. Una vez hubo concluido el señuelo fatal, irremediable, el Padre envió en busca de Epimeteo, al ilustre Matador de Argos—con el regalo de los dioses—, sí, al veloz mensajero. No pensó Epimeteo en lo que Prometeo le había avisado: nunca aceptar obsequio de Zeus Olímpico; devolverlo en cambio a su origen, para evitar así un mal a los mortales. Mas él después de aceptarlo, cuando ya tenía el mal consigo, lo advirtió. Y es que otrora vivía en la tierra el género humano, lejos y libres de males, libres de la dura fatiga y de enfermedades dolorosas que dan a los hombres la Muerte —pues los hombres envejecen pronto en la desdicha. Pero la mujer, quitando del vaso la gran tapadera, los esparció, y maquinó para los hombres tristes congojas. Sola, allí dentro quedaba la Esperanza, en indestructible mansión, bajo los bordes del vaso—y no voló fuera: antes le puso Pandora la tapa, según designios del egidíforo Zeus, el que nubes reúne. Con lo que son incontables las penas que vagan entre los hombres: pues llena está la tierra de males, llena la mar. Morbos caen sobre los hombres, de día, o les visitan sin más, en la noche, llevando el dolor a los mortales—en silencio, que les quitó la voz el prudente Zeus. Así no hay modo de esquivar el pensamiento del dios. (Hesíodo, Los trabajos y los días, frg.)

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