08 abril 2009

FILOSOFIA 2º BACH CT/HUM, SEGUIMOS CON NIETZSCHE, Párrafo 3

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¡Y qué sutiles instrumentos de observación tenemos en nuestros sentidos! Esa nariz, por ejemplo de la que ningún filósofo ha hablado todavía con veneración y gratitud, es hasta este momento incluso el más delicado de los instrumentos que están a nuestra disposición: es capaz de registrar incluso diferencias mínimas de movimiento que ni siquiera el espectroscopio registra. Hoy nosotros poseemos ciencia exactamente en la medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio de los sentidos, -en que hemos aprendido a seguir aguzándolos, armándolos, pensándolos hasta el final. El resto es un aborto y todavía-no-ciencia: quiero decir, metafísica, teología, psicología, teoría del conocimiento. 0 ciencia formal, teoría de los signos: como la lógica, y esa lógica aplicada, la matemática. En ellas la realidad no llega a aparecer, ni siquiera como problema; y tampoco como la cuestión de qué valor tiene en general ese convencionalismo de signos que es la lógica.-

Vayamos por partes:

a) En este párrafo Nietzsche sigue concretando su crítica a los filósofos y las filosofías anteriores, tal y como ha ido haciendo en los dos párrafos anteriores. Los filósofos, ha sostenido Nietzsche, se olvidan de la vida, atentan contra los derechos de la vida, de la naturaleza… Así que se comportan como si fueran sepultureros o momificadores. Por esa razón emplea Nietzsche la palabra “egipticismo” en el primer párrafo. Los egipcios embalsamaban cuerpos, y así se creían que iban a eternizar la vida. Pero eso que encerraban en las tumbas, como si éstas fueran palacios, no era más que un cuerpo muerto; no la vida viva, sino una apariencia de vida, algo totalmente falso. Esto es lo que han ido haciendo los filósofos racionalistas, aquellos filósofos que ponen la razón y la inteligencia por encima del cuerpo, y de los sentidos que constituyen el cuerpo y que nos ponen en relación, y hasta en comunión, con otros seres, con el mundo exterior… Así han valorado la inteligencia, por encima de todo, pensadores como Platón, Descartes, Kant y muchos más.
b) Los filósofos que además han sido creyentes firmes en su religión, éstos se han olvidado doblemente de la vida. Así, para los cristianos, denunciados una y otra vez por Nietzsche en su obra filosófica, sostienen que este mundo y esta vida no es la verdadera, que la tierra no es la verdad, sino que la verdad está en otra parte, en un Reino de los Cielos, en un mundo aparte que no tiene nada que ver con éste. Aunque se parece desde luego al mundo inteligible que decía Platón, y que para Platón era el lugar verdadero donde estaban las almas, la parte más valiosa del hombre, la que era inmortal… No es raro: el cristianismo es un platonismo para el pueblo, al decir de Nietzsche…
c) Si los filósofos han sido tan “racionalistas”, tan “adoradores” de la razón, lo cual significa que se han conducido como unos creyentes cualesquiera (que no razonan sus creencias, su fe), aunque ellos sostengan que no (pero ellos han creído en la razón, ¿no?)… si la filosofía a lo largo de la historia se ha comportado (a esta manera de ser Nietzsche la denomina “idiosincrasia”) de este modo anti-natural, despreciando el cuerpo y los sentidos, pues entonces, mantiene Nietzsche, habrá que devolverle al cuerpos sus derechos, empezando por los sentidos…
d) Esta nueva evaluación positiva de los sentidos es la que hace Nietzsche en el párrafo que he reproducido arriba del texto, que es el párrafo tercero del capítulo que debemos leer, analizar y estudiar. Y Nietzsche se va directamente al extremo, hacia uno de los sentidos que parece menos humano: el olfato. Cosa de perros, de filósofos “cínicos”. Nietzsche no se dirige a la vista ni al oído, que al fin y al cabo han sido unos sentidos relativamente privilegiados y prestigiosos en la tradición intelectual: la vista es el ejemplo que pone Platón en su símil del sol para explicar el Bien, y Platón escribe que no son poca cosa ni la vista ni el sol; el oído, dentro de la historia del cristianismo, es fundamental en la institución de la confesión, esa práctica en la cual el creyente desnuda el alma para confesar sus faltas (pecados) y que Dios le haga ser de nuevo puro cuando cumpla la penitencia marcada. No. Nietzsche empieza por el olfato; del cual dice que es más fiable que un instrumento científico de precisión, como el espectroscopio. Habrá que pensar que si ese olfato es tan útil para el conocimiento, como da a entender Nietzsche, será capaz de detectar no solamente lo que huele bien, sino también lo que huele mal, la corrupción y la enfermedad.
e) Pues de eso se trata, nos comunica Nietzsche: de que la tradición filosófica apesta: no en vano se entretiene con muertos, aunque sean conceptuales. O sea: que la razón que produce conceptos, o que los descubre, la razón que produce las ciencias exactas como son la matemática y la lógica, lo que está haciendo es acabar con lo que la vida tiene de más real, que es aquello que nos manifiestan los sentidos y los cuerpos: el movimiento, el cambio, la alegría y el dolor, etc. Es decir, este mundo… no el otro que se inventan los filósofos y los sacerdotes, que para Nietzsche son lo mismo: gentes débiles, resentidas, plebeyas…

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