02 abril 2009

FILOSOFIA 2º BACH CT/HUM, INICIO DEL TEXTO DE NIETZSCHE

NIETZSCHE, F:
El crepúsculo de los ídolos. (Trad. A. Sánchez Pascual). Ed. Alianza.
Madrid. 1979, pp.45-50.
‘La "razón" en la filosofía’
1
Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni [desde la perspectiva de lo eterno], cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran, - se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones, - incluso refutaciones. Lo que es no deviene; lo que deviene no es... Ahora bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como no pueden apoderarse de ello, buscan razones de por qué se les retiene. "Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el engañador? - "Lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo verdadero. Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la historia [Historie], de la mentira, - la historia no es más que fe en los sentidos, fe en la mentira. Moraleja: decir no a todo lo que otorga fe a los sentidos, a todo el resto de la humanidad: todo él es "pueblo". ¡Ser filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica de sepulturero! - ¡Y, sobre todo, fuera el cuerpo, esa lamentable idée fixe [idea fija] de los sentidos!, ¡sujeto a todos los errores de la lógica que existen, refutado, incluso imposible, aun cuando es lo bastante insolente para comportarse como si fuera real! ... "


He aquí el primer parágrafo del texto de Nietzsche. Los comentarios los iré poniendo en el mismo post.

(Seguirá)

“El crepúsculo de los ídolos”: éste es el título del libro de F. Nietzsche al que pertenece el capítulo que leemos, y que se titula, a su vez, “La razón en la filosofía”.

El crepúsculo es el ocaso, el final del día, cuando el sol se retira y viene la noche... Un asunto muy poético y hasta romántico. (También el crepúsculo es el alba, el inicio del día; pero esto es otra cuestión... Lo veremos.)

Lo que sucede es que hay que interpretar metafóricamente el título del libro... Lo cual a nosotros no nos tiene que resultar tan complicado, si nos acordamos de que Platón establecía comparaciones, analogías, símiles, que contaba historias y mitos, etc.

Así, por ejemplo, el sol era identificado con el Bien, porque era comparable el papel que jugaban, uno en el mundo físico y el otro en el mundo inteligible...

Entonces, cuando Nietzsche titula su libro “Crepúsculo... “, hay que pensar en que algo así como que el sol se pone... pero hay que interpretarlo figuradamente: lo que se pone realmente, las que dejan de funcionar, son esas mismas Ideas que a lo largo de toda la historia de la filosofía y de la cultura habían representado el centro y el objetivo de la mirada intelectual, la meta del conocimiento racional, de la moral, y hasta de la religión.

Es a esto a lo que se refiere la segunda parte del título del libro de Nietzsche (“... de los ídolos”). Los tales “ídolos” son nada más y nada menos que esa Ideas centrales, como el Bien de Platón, la Belleza, la Justicia; pero también el Pensamiento de Descartes (el yo pienso, luego yo soy o yo existo), y en general cualquier Idea de Realidad última, de Sustancia o de Ser Perfecto.

Como ese mismo Dios que es una sustancia o Cosa Infinita en Descartes, tan perfecta que si la tenemos en nosotros, en nuestra mente, como parte del conjunto mental de nuestras ideas, nosotros no la hemos podido crear, puesto que no somos proporcionados a su grandeza; a la vez que se ve con evidencia y verdad que esa Idea de Dios o del Ser Perfecto existe; y que sería contradictorio que se nos ocurriera imaginar que fuera la Idea de algo irreal o inexistente, que fuera nada (vayamos al texto de Descartes; allí lo podemos ver)...

Tampoco tiene sentido (o sea, que corresponde a una idolatría, a una adoración de “ídolos”) el concepto de una razón práctica o razón moral, como esa buena voluntad de Kant que está centrada en el cumplimiento del deber por el deber y en el respeto a la ley moral; es decir, en ajustar las máximas o reglas privadas de conducta al test del Imperativo categórico, esa forma o fórmula de mandato o mandamiento moral, que te pide que obres como si tu conducta tuviera que volverse ley universal, similar o asimilable a las reglas de la naturaleza que rigen el comportamiento de los cuerpos materiales (pensemos en ese gran sistema de la ciencia moderna que es la física de Isaac Newton, en cómo unifica la naturaleza en torno a una gran Ley)...

Parece que nos estamos yendo del texto de Nietzsche, de las palabras literales de Nietzsche... Pero realmente no es así. Lo que ocurre es que la filosofía de Nietzsche se construye a contracorriente o en oposición a todas las ideas, categorías o conceptos de la filosofía anterior.

Es una filosofía que desmonta o deconstruye todos los sistemas anteriores. Esto no se hace por capricho, evidentemente, sino basándose en un fallo de toda esa filosofía anterior, en el hecho de que había olvidado (así lo considera Nietzsche), nada más y nada menos que la Vida, y la forma móvil y conflictiva y cambiante que tiene esa misma vida...

Al contrario de lo que han ido haciendo los filósofos, que como no podían controlar ese devenir, es decir, esa condición cambiante o fugitiva de la realidad, llegaban a sostener nada menos que ese mundo físico, sensible, material, vital, etc. no es la verdadera realidad; sino que esa realidad únicamente está en las Ideas, es decir, en lo que el pensamiento es capaz de pensar, haciendo ver que esos pensamientos forman lo que Platón denominaba un Mundo Inteligible, que es más real que éste que vemos y vivimos. Es decir, que tenemos que salir de la caverna para ver la verdadera realidad y ajustar nuestra conducta a ella.

Lo que ocurre es que así nos olvidamos de la vida, y en vez de ver la realidad como es, pues nos estamos inventando otro mundo, sostiene Nietzsche.

Esto es lo que ha hecho la “razón en la filosofía” (es el título del capítulo de Nietzsche que leemos): inventarse sistemas de conceptos, como telas de araña que matan la realidad, que es lo que hacen las arañas con lo que apresan: inmovilizar y matar. También se puede decir que los filósofos, tan racionalistas ellos, se comportan como sepultureros (enterrando la vida), o como momificadores, embalsamadores, taxidermistas... sustituyendo la vida viva por un pálido reflejo que se le parece, pero que no lo es...sustituyendo lo vivo por lo muerto...

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