26 abril 2009

FILOSOFIA 2º BACH CT/HUM, FINAL DEL TEXTO DE NIETZSCHE

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Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.

Primera tesis. Las razones por las que "este" mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad, -otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.

Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al "ser verdadero" de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada, -a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el "mundo verdadero": un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.


Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de "otro" mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de "otra" vida distinta de ésta, "mejor" que ésta.

Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo "verdadero" y en un mundo "aparente", ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la décadence, -un síntoma de vida descendente... El hecho de que el artista estime más la apariencia que la realidad no constituye una objeción contra esta tesis. Pues "la apariencia" significa aquí la realidad una vez más, sólo que seleccionada, reforzada, corregida... El artista trágico no es un pesimista, -dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y terrible, es dionisíaco...

“Un conocimiento tan esencial”, empieza escribiendo Nietzsche en este apartado final que recapitula todo lo que ha ido sosteniendo anteriormente. Ese conocimiento tan esencial consiste en la denuncia de todas las ideas y valores que la filosofía anterior ha ido poniendo como fundamentales.

Considera Nietzsche que estos valores e ideas de la filosofía pasada implican una anulación de la realidad, la negación de la vida. Del cambio, de la historia. Esto lo denomina Nietzsche NIHILISMO (del latín “nihil” = nada), porque es la conversión de la vida, de la fuerza, de la alegría, en nada.

Los filósofos y sacerdotes han sido los que se han encargado de romper o anular la vida, inventándose conceptos de un mundo que ellos sostienen que es más verdadero que este mundo sensible (“de la caverna”, diría Platón, que es el gran denunciado por las críticas de Nietzsche, pero no el único).

Quien niega esta vida de carne y hueso, de alegría y de dolor (pues Nietzsche no está sosteniendo algo tan ingenuo como que la vida sea una sucesión optimista de fenómenos positivos), esta realidad en perpetuo cambio, que solamente a través de los ojos podemos conocer (a través de los ojos, a través de los sentidos en general; recordemos el aprecio que le tiene Nietzsche a la nariz, por la capacidad de ésta de detectar los malos olores que vienen de los conceptos muertos de los filósofos)… quien niega todo esto es que vive en sí una vida enferma, que no le satisface y que por eso tiene que inventarse otras vidas y mundos más verdaderas, un mundo imaginario de almas aparte del cuerpo y de ideas aparte de las cosas materiales (como en Platón, pero también como el cristianismo, pues Nietzsche sostiene que el cristianismo es “platonismo para el pueblo”, una filosofía ajustada a cabezas poco sutiles).

Se trata, el filósofo o el religioso, de personas debilitadas, decadentes, que han olvidado lo fundamental de la realidad, que ésta es VOLUNTAD DE PODER.

O sea, que la realidad consiste en una tendencia constante a la superación, a ir más allá, más allá pero no fuera del mundo, sino en éste… A esta vida, a esta “voluntad de poder” hay que afirmarla, hay que decirle sí a todo, querer que todo volviera a repetirse de nuevo.

Es la idea del ETERNO RETORNO, que Nietzsche defiende como una de sus doctrinas fundamentales, y que es lo que correspondería a seres que fueran capaces de ir más allá de las ideas de los filósofos y de las religiones. El “eterno retorno” representa, por lo tanto, el ideal ético del SUPERHOMBRE, no del hombre decadente. Ahí está el sentido aristocrático de Nietzsche, no en que sea un antecedente de Hitler…

Por eso, porque no hay más que este mundo, es por lo que Nietzsche argumenta que no existe un “mundo aparente” (éste, el material, el de los sentidos, el del cambio, etc.), enfrentado a un “mundo verdadero” (el de las ideas, el de los filósofos) que se conoce con la inteligencia.

No. Este mundo de la inteligencia, inteligible, conceptual, ideal, etc. no existe, no es nada más que una ficción, una invención que se basa en una creencia (cosa de religiosos) en el lenguaje, en que las palabras son la realidad.

(Tan ingenuo como si nos creemos que el sujeto de una oración y el nombre que hay como núcleo del sujeto se corresponde con exactitud a una realidad, a una sustancia… Pues no, esto sería ingenuo, puesto que sabemos que la realidad es científicamente algo más complejo; que hay átomos y todo eso.)

Las palabras son metáforas para Nietzsche, no son etiquetas exactas, científicas, matemáticas, sino aproximaciones que nos sirven, que sirven a la vida. Y según sea la vida, esas palabras darán lugar a unos conceptos o a otros… En el caso de una vida decadente, de una forma vital que niega la vida, los conceptos son esos de los filósofos, un conjunto de ideas que esos mismos filósofos sostienen que son el mundo verdadero (Bien, Belleza, Justicia, Dios, etc.).

Para nada… Para Nietzsche son “ídolos” cuyo “crepúsculo” (no el de la mañana, sino el de la tarde, el del ocaso) ha llegado.

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